La verdad es que la comedia romántica cada vez cuesta más verla con ojos amables entre la crítica. Parece que la época brillante de películas como ‘Algo para recordar’, ‘El diario de Bridget Jones’ o ‘La boda de mi mejor amigo’ acabó. No obstante, eso es falso. Una demostración es ‘Noche real’, dirigida por Julian Jarrold y protagonizada por Sarah Gadon, que interpreta a una joven reina Isabell II de Inglaterra en su época de princesa.
Es el 8 de mayo de 1945, el día de la Victoria en Europa contra el nazismo. La Segunda Guerra Mundial ha acabado en el continente europeo. Todo Londres se llena de júbilo, celebrando la llegada de la paz. En el Palacio de Buckingham, el rey Jorge VI preparaba su discurso para los súbditos, que festejan con orgullo la victoria. Las princesas Isabel y Margarita están ansiosas por unirse a la celebración, quizás sea el único momento de su vida en que puedan pasar un rato agradable sin el encorsetamiento del protocolo. Finalmente, ambas logran salir de incógnito para unirse al jolgorio. Lo que no esperaban era encontrar una noche llena de emoción, peligros y, por qué no, romance.
Julian Jerrold es un experto en producir películas de época interesantes como hizo con ‘Retorno a Brideshead’ y, aunque de manera menos acertada, con ‘La joven Jane Austen’. En el caso de ‘Noche real’, Jarrold realiza una estupenda combinación entre la loca comedia romántica de corte juvenil con producciones elegantes de época como ‘Orgullo y prejuicio’ o ‘Mrs. Henderson presenta’, dejando una producción ligera pero con una elegancia y calidad que provocan que esté a un nivel superior.
Desde el primer minuto se sabe cómo la película llevará a sus protagonistas a una noche imposible de olvidar, todo ese caos parece perfectamente ensamblado y organizado para que el espectáculo de varias pistas se convierta en un verdadero divertimento para el espectador. Los tiempos están calculados al mínimo detalle equilibrando la celebración y la fiesta con una auténtica odisea en la que se embarca una de las protagonistas. En ese lado, destacan Sarah Gadon como la princesa Isabel y Bel Powley como su hermana Margarita, dos caras opuestas que le dan ese toque interesante a la película. La primera, heredera al trono, es responsable y ve la otra parte del júbilo, mientras que la segunda es un calvario para su hermana pero es la que ofrece los momentos más divertidos del filme. En medio un correcto Jack Reynor que le da ese contrapunto a Gadon, ambos son auténticos descubrimientos que habrá que seguir muy de cerca.
Interpretaciones notables se suman a una cuidada ambientación del Londres de 1945 que logra meter al espectador esa fiesta y también en esa realidad. El contraste entre celebración y realidad está constantemente presente, siendo Isabel la que ve el drama que se oculta tras el champán y el confeti. Junto a ello, unos secundarios que funcionan correctamente y que aderezan una película muy correcta y coherente consigo misma.
No se está ante la reinvención del género, es predecible y tiene sus clásicos tópicos, pero es imposible no rendirse a esta amable propuesta que se disfruta gracias a que es acorde consigo misma y que no pretende ambicionar más de lo que puede proponer. Una experiencia semejante a una estupenda soirée en el antiguo Embassy de Madrid, en la que sólo se puede sonreír de alegría, dejarse llevar y bailar al son de la música con gracilidad y placer. Una maravilla.