Las inocentes es un duro relato con el que Anne Fontaine hace una profunda reflexión sobre fe y realidad, además de una fuerte crítica al trato de las mujeres en momentos de conflicto. Maravillosa a la par que aterradora.
La fe interior de Las inocentes
San Agustín dijo: “Todo el que cree, piensa. Porque la fe, si lo que cree no se piensa, es nula”. Anne Fontaine regresa a una historia íntima y cercana, tras la particular ‘Primavera en Normandía’ y la olvidable ‘Dos madres perfectas’. Recuperando el espíritu de películas como ‘Limpieza en seco’, la cineasta rescata del olvido a ‘Las inocentes’, una terrible historia basada en hechos reales que logró el premio FIPRESCI en la 61ª edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid, la Seminci.
Agosto de 1945, la Segunda Guerra Mundial en Polonia ha terminado. Sin embargo, ese fue el momento de la pesadilla y el horror para las religiosas de un convento en medio del bosque. Unos soldados soviéticos entraron a la fuerza y violaron salvajemente a todas las monjas, hasta a la más mayor y la madre superiora. Las consecuencias que dejaron, además de psicológicas y físicas, llegan con varios embarazos. Tal es la vergüenza que sienten, que pese a correr riesgo de salud. Sin embargo, tal es la urgencia, una de las religiosas está a punto de dar a luz, que se ven obligadas a pedir ayuda a Mathilde Beaulieu, una joven médico francesa voluntaria de la Cruz Roja.
La cineasta trae una película sobria y tremendamente espiritual, alejada de sus anteriores trabajos, en el que sabe plasmar, en clave femenina, el sentido de la dignidad ante ser víctima de uno de los peores actos perpetrados por aquellos que se consideran hombres. Fontaine también muestra con maestría cómo en los conflictos bélicos, la mujer ha sido tratada como trofeo de guerra, y lo enseña con un feroz grito en silencio. Porque ‘Las inocentes’, además, también habla de la fe, de la espiritualidad en momentos espeluznantes.
Dirigida con pasión y espíritu inquebrantable
No es de extrañar que la frase más emblemática de la cinta esté relacionada con la religión: “La fe son 24 horas de duda y un minuto de esperanza”. La película retoma el espíritu de fuerza interior visto en ‘De dioses y hombres’ y la represión hacia lo religioso de ‘Ida’. La cineasta plantea una interesante reflexión sobre la crisis de fe, sobre ser cristiano y perdonar, pese haberse cometido un acto de la más vil crueldad. Fontaine transmite, además, un espíritu de poder femenino, tanto en la médico voluntaria como con varias religiosas que deciden enfrentarse a la situación.
Ahí es donde entra la buena elección de actrices, Lou de Laâge es ese halo de esperanza en medio del horror. Agata Buzek y Agata Kulesza son las dos caras contrapuestas de la fe, mientras una es luminosa, positiva y vela por el bien de sus compañeras, la otra es tenebrosa, fanática, perniciosa. Son personajes femeninos fuertes que van acompañados por una sentida banda sonora, obra de Grégoire Hetzel, compositor de ‘La próxima vez apuntaré al corazón’ o ‘Un amor de verano’. Además de contar con una sobria fotografía que transmite delicadamente una sensación de angustia pero también de espiritualidad, obra de Caroline Champetier, que también se encargó en su momento de la magistral y ya nombrada ‘De dioses y hombres’.
La mejor película firmada por Anne Fontaine
‘Las inocentes’ es una película conciliadora con el espíritu, poderosa en su mensaje y con cierto toque activista de denuncia. La mejor película firmada por Anne Fontaine desde ‘Nathalie X’. Rodada casi con pasión litúrgica, con cariño y respeto por esas mujeres que lucharon por cerrar las heridas del más despiadado ultraje. Sin duda, una de las mejores películas hechas en clave femenina del año, junto con las magníficas ‘Mustang’, ‘Bar Bahar’ o ‘El porvenir’. Un relato que sale de la historia, para mostrar su verdad.
Tráiler de Las inocentes en Español
