Una hermosa y delicada perla marina convertida en séptimo arte. ‘La tortuga roja‘ es una obra maestra del cine de animación europeo, una experiencia sensorial y pletórico sobre el devenir de la vida. ¡Extraordinaria!
Una delicada perla de la animación europea
Rabindranath Tagore dijo: “Sobre las olas de la vida, en el vocerío del viento y del agua, el pensamiento del poeta está siempre flotando y bailando”. El cine de animación europeo es uno de los más innovadores y experimentales del mundo. Studio Ghibli, que ha llevado joyas europeas a Japón como ‘Los cuentos de la noche’, ‘Arrugas’ o ‘El ilusionista’, decidió coproducir ‘La tortuga roja’, el debut del neerlandés Michaël Dudok de Wit en la realización de largometrajes y que recibió el Premio Especial del Jurado en la Sección Una Cierta Mirada del 69º Festival de Cannes.
Un hombre naufraga en una isla tropical desierta. Tras luchas contra las despiadadas olas del océano, el individuo investiga la zona y, después de haberse recuperado, decide intentar escapar y regresar de nuevo a la sociedad. Sin embargo, cada vez que intenta huir, una extraña criatura hace volcar su balsa, destruyéndola. El náufrago descubre que se trata de una gran tortuga de color rojo. Ésta, finalmente, resulta ser una bella doncella que hará que el hombre deje de sentirse solo y puede hacer frente a su nueva situación.
Lírica y sensorial, La tortuga roja es una experiencia para los sentidos
Ha pasado ya una década desde el magnífico corto ‘Padre e hija’, que logró que Dudok de Wit se alzase con un premio Oscar. En este salto al largometraje, se aprecia que una expansión del mensaje constante que propuesto el cineasta en sus cortos: La aceptación del paso del tiempo y el devenir de la sociedad. En ‘La tortuga roja’ los sentimientos y las emociones se muestran en su vertiente más básica, provocando que la fuerza narrativa reside en otros sentidos como el sonido de las olas del océano, el movimiento de las hojas del bambú y evocar sensaciones como del aroma de la brisa marina.
De esta forma, la ausencia de diálogos permite explorar el filme de una forma completamente sensorial, llevando al espectador en un exuberante y delicioso viaje hacia los ciclos de la vida del ser humano. Porque ‘La tortuga roja’ es una fábula sobre el paso del tiempo en la que se entremezcla realidad, sueños y alegorías. En ese sentido, Dudo de Wit hereda de Studio Ghibli el estilo pausado e intimista de Isao Takahata, como se pudo ver en las magistrales ‘La tumba de las luciérnagas’, ‘Recuerdos del ayer’ y ‘El cuento de la princesa Kaguya’.
Heredera de la profundidad de Isao Takahata y la maestría de Lotte Reiniger
También es verdad que el estilo de animación muestra al cineasta heredero del dibujo de Hergé y su legendario ‘Tintín’. Combinando el minimalismo japonés con un estilo de narración europeo, Dudok de Wit se convierte en un cineasta contemporáneo a otros célebres como Jean-François Laguionie o Michel Ocelot. La majestuosidad, elegancia y solemnidad de relatos recuerdan a obras maestras de la animación europea como ‘El rey y el ruiseñor’ o ‘Príncipes y princesas’. Por su ausencia de diálogos y apuesta con la animación, detallada y cuidada al mínimo detalle, y los sonidos, la banda sonora compuesta por Laurent Perez del Mar es extraordinaria, hace que se venga a la mente la gran influencia que ha ejercido Lotte Reiniger en la animación europea, imposible no acordarse de ‘Las aventuras del príncipe Achmed’.
Todo ello hace de ‘La tortuga roja’ una pieza de orfebrería, una verdadera perla marina. Excepcional en su ejecución, es junto con ‘La oveja Shaun: La película’ y ‘Minúsculos: El valle de las hormigas perdidas’, una demostración de que es posible realizar cine de animación de autor, sin diálogos y que sean obra maestras en una época tan complicada como es el siglo XXI. Excepcional.
Tráiler de La tortuga roja en Castellano
