La ganadora del premio Nobel de Literatura, Alice Munro, dijo: “La memoria es la forma en que seguimos contándonos a nosotros mismos nuestras historias”. Había una gran expectación sobre la nueva película que preparaba Pedro Almodóvar. Tras el varapalo que sufrió ‘Los amantes pasajeros’, el público guardó muchas esperanzas con su siguiente producción, en la que volvía al drama más tremendo. El resultado ha sido ‘Julieta’, que está la Selección Oficial de la 69ª edición del Festival de Cannes.
Julieta está a punto de abandonar Madrid para irse a vivir a Lisboa con su novio, Lorenzo. Para la mujer será un viaje importante, en el que podrá olvidar las heridas del pasado. Sin embargo, caminando por la calle se encuentra con Beatriz, la antigua mejor amiga de su hija Antía, de la que no sabe nada desde hace ya muchos años. La joven le cuenta que ha visto a su hija hace poco en el lago Como, en Italia. Esto provoca que los fantasmas de los que Julieta huía le acechen con más fuerza que antes. Es entonces cuando la mujer decide abandonarlo todo, cancelar su viaje a Portugal y empezar a escribir las memorias que, espera que algún día, su hija lea para que sepa la verdad sobre su vida.
Cierto es que, en los últimos tiempos, Almodóvar ha manejado mejor los dramas que las comedias. También es cierto que con ‘Julieta’, el cineasta manchego vuelve al cine de mujeres, en el que ha sabido crear sus mejores obras. Aunque, Almodóvar ha querido huir de sí mismo realizando su producción más austera y también la más comedida. ‘Julieta’ es un drama tremendista, que juega constantemente con lo trágico y en el que no hay apenas luz para la esperanza. El realizador apuesta por la contención de los sentimientos y las consecuencias de las manipulaciones más crueles.
También destaca su decisión de jugar con el tiempo, jugando con la elipsis en ciertas escenas que pueden provocar cierta confusión en el espectador al perder el hilo de la trama inicial. Ya jugó con los flashbacks, de manera más acertada, en ‘La piel que habito’. En esta ocasión, esos saltos temporales sirven para explicar el desencadenante de ese incómodo silencio que se crea en las relaciones personales, en el sufrimiento de una madre por haber perdido a su hija sin saber por qué y esa horrible sensación de la más triste soledad. Aquí juegan un papel fundamental su dúo de actrices: Adriana Ugarte y Emma Suárez. Ambas logran acerca el dolor de la partida, de forma diferente en los dos casos, la transición del cambio de actriz es la mejor escena que ha logrado la película y también la mejor escena que ha filmado Almodóvar desde la magnífica ‘Volver’.
Sin embargo, el realizador huye tanto de sí mismo que resulta prácticamente irreconocible en la película. De hecho, firma de manera tan distante y fría que es imposible lograr meterse en la piel del sufrimiento de su protagonista. Sus dos actrices, que han demostrado en otras producciones que son estupendas, no consiguen provocar la suficiente empatía con su sufrimiento, que se percibe gracias a sus habilidades interpretativas. Pero esto ocurre por la ausencia de alma que el propio guión transmite. Secundarios como Darío Grandinetti y Michelle Jenner cumplen magníficamente, dando algo de luz a esta película. Por el contrario, Daniel Grao e Inma Cuesta no transmiten nada, mientras que Rossy de Palma tiene la cruz de tener el personaje más vil de la cinta.
De hecho, su manera cuidada de filmarla contrasta con la forma tan áspera de ejecutar los sentimientos, acercando a su obra a una producción correcta pero académica, que recuerda a producciones como ‘Loreak (Flores)’ o ‘A los que aman’. Sin embargo, no llega a la sensibilidad y delicadeza de las producciones nombradas. De hecho, tras visionar la película se tiene la sensación de que Isabel Coixet o Icíar Bollaín la hubieran dirigido con más personalidad y sentido.
Pese a tener esa gran contra, lo cierto es que ‘Julieta’ es una correcta producción de autor. Sin embargo, está muy lejos de las obras magistrales que ha firmado Almodóvar como ‘Todo sobre mi madre’, ‘Hable con ella’ o ‘Volver’ y queda por debajo de lo que debe ser un largometraje dirigido por el realizador manchego, uno de los mejores cineastas europeos de las últimas décadas. Filme que se disfrutará durante su visionado pero que no dejará el poso de las otras grandes películas de Almodóvar. Quizás el director ha malacostumbrado a los cinéfilos con sus mejores producciones, puesto que cuando una no está a la altura de sus obras maestras, se nota. Pese a ello, se trata de un largometraje muy digno y bello.