Sorprende ver a un cineasta tan intenso como el palestino Hany Abu-Assad trayendo una propuesta como ‘Idol’, una cinta de corte amable aunque reivindicativa sobre la vida real de Mohammed Assaf, un hombre cuya prodigiosa voz logró traspasar fronteras y hacer que ganase Arab Idol. Una película llena de positivismo que se presentó en la 40ª edición del Festival de Toronto.
Frontera de Gaza en el año 2005, Mohammed es un niño que vive junto a su hermana Nour y sus padres en un lugar en el que la muerte está constantemente presente. Ambos, junto con otros amigos del colegio, sueñan con convertirse en una famosa banda de rock y tocar en la Ópera de El Cairo en Egipto. Empiezan desde abajo, cantando en fiestas matrimoniales y con la ayuda del profesor de música de la asociación cultural y la de sus padres. Sin embargo, la pequeña Nour enferma y deja a Mohammed solo. Años más tarde, el niño se ha convertido en un hombre y hará todo lo posible por viajar hasta Egipto, lugar en el que podrá hacer una audición para Arab Idol y así poder cumplir su sueño y el de su difunta hermana.
Se trata de la vida del cantante Mohammed Assaf, un chico que hizo historia al convertirse en el ganador del talent show Arab Idol por ser el primero en venir de la frontera de Gaza. Sin duda, la historia parece a simple vista muy tópica e, incluso, edulcorada. Es evidente que este tipo de relatos son presa fácil de ese tipo de propuestas. Pero no hay que olvidar que se está ante una película firmada por Abu-Assad artífice de cintas como ‘Paradise Now’ y ‘Omar’, filmes que muestran la peor cara del conflicto entre Israel y Palestina.
En este caso, Abu-Assad le da un trasfondo mayor a una historia aparentemente amable. Dividida en dos partes, la primera es la parte más trágica del relato, aquella en la que se muestra las miserias en las que vive el pueblo palestino. Lo curioso es que el realizador evita mostrar al ejército israelí y sus ataques, centrándose en el día a día de la población ajena a radicalismos. Es la historia de unos niños que luchan por tener sueños en un lugar en el que parece que está prohibido. Pero Abu-Assad no olvida la parte crítica, mostrando la muerte de una niña inocente que podría haberse evitado con mayores recursos. En esas escenas, se puede ver a ese cineasta comprometido y que muestra al mundo, con maestría cinematográfica, una realidad incómoda.
Ya en el otro acto, la cinta se mueve por zonas más previsibles. Sin embargo, el savoir-faire del director en saber llevar un relato sencillo y darle esa grandiosidad necesaria para saber que se está ante una propuesta amable pero no por ello de peor calidad. Sorprende cómo un talent show, proveniente de Estados Unidos, puede ser todo un símbolo de esperanza y de orgullo para un pueblo que sale en las noticias, por primera vez, por una noticia ajena a la barbarie que vive.
Por ello, por la esperanza, ‘Idol’ es una propuesta más amable y liviana pero llena de escenas que pueden llevar al espectador desde el más triste horror hasta el éxtasis de la alegría. Tawfeek Barhom, al que se le vio recientemente en ‘Mis hijos’ de Eran Riklis, demuestra saber llevar un peso increíble bajo sus hombres con un protagonista que aprende y ama el vivir. Un mensaje que, aunque desde Occidente no llegue de manera tan profunda, es necesario para aquellos que todavía viven con la incertidumbre de si al día siguiente podrán seguir viviendo. Correcta y maravillosa propuesta del realizador palestino.