Entrañable y amable. Los diálogos entre Claude Brasseur y Noémie Schmidt funcionan. Una película inocente con cierta crítica social sobre la dificultad de independizarse de las nuevas generaciones en Francia. Eso sí, la trama amorosa sobraba.
Ciertamente, es grato ver que cineastas franceses llegan, cada vez, con mayor facilidad a España gracias a distribuidoras independientes que han visto que existe público interesado por conocer este tipo de historias. Ivan Calbérac es un director con cierto recorrido en su Francia natal, sin embargo, en España no ha podido verse nada de este cineasta… hasta ahora. Llega ‘El Sr. Henri comparte piso’, su cuarta película y basada en la obra de teatro ‘La estudiante y el señor Henri’, que escribió el propio Calbérac.
Constance es una joven de Orléans que estudia la carrera de Ciencias Sociales en una universidad de París. Lleva dos cursos suspendiendo y sus padres no pueden afrontar un nuevo pago de su matrícula. Por ello, le da un ultimátum, la chica deberá buscarse la vida y trabajar por su cuenta si quiere seguir estudiando. Por ello, deberá encontrar un piso a buen precio. Es, de esa manera, cómo conoce al señor Henri Voizot, un viejo cascarrabias que alquila una habitación a muy buen precio. La convivencia no será fácil, pero la energía de la muchacha hará ver en el anciano una nueva oportunidad de curar heridas en su vida.
Interesante diálogo intergeneracional
No es la primera vez que en el cine se ve un cruce intergeneracional en el que un anciano aprende de la juventud de un joven. De hecho, en 1995 Claude Satet lo supo hacer con la estupenda ‘Nelly y el Sr. Arnaud’. Aunque ‘El Sr. Henri comparte piso’ no tenga la ambiciones artísticas de la citada cinta de Satet, lo cierto es que, al igual que Emmanuelle Béart y Michel Serrault, da gusto ver al gran Claude Brasseur, mítico en ‘Banda aparte’ de Jean-Luc Godard, con la casi debutante Noémie Schmidt, actriz suiza que hace poco deslumbró en ‘Manual de un tacaño’ junto con Dany Boon. El filme desprende legado interpretativo y ganas de aprender, al menos en sus dos actores.
Porque ‘El Sr. Henri comparte piso’ intenta ser una cinta feel-good con cierta denuncia social, escenas con alivios cómicos y enredos amorosos. En ese sentido, la película se queda por detrás de la agradable ‘Vuelta a casa de mi madre’ o ‘La familia Bélier’, que sí lograban, con un enfoque comercial y liviano, acercar al gran público problemas sociales como son el desempleo femenino pasados los 40 años o la dependencia física y emocional de una familia.
Es verdad que, inicialmente, el filme acierta mostrando la precaria situación de una nueva generación de estudiantes que luchan por encontrar una vivienda digna en la capital francesa. De hecho, también se percibe cierta crítica a la ausencia de ambiciones y visión de futuro por parte de la protagonista, al igual que mostrar las dañinas consecuencias de una familia e influencia tóxica.
Acertada crítica social, innecesario triángulo amoroso
Pero esa fuerte crítica social se diluye en escenas cómicas sobrante y un triángulo amoroso innecesario entre el personaje de Noémie Schmidt, Guillaume de Tonquédec, que interpreta al hijo del señor Henri, y la esposa de éste, interpretada por Frédérique Bel. Una trama que hace que la cinta tenga momentos incoherentes, poco creíbles y absurdos pese a la interpretación de Tonquédec, que defiende como puede un personaje completamente prescindible.
La mezcla no sale del todo bien pero, afortunadamente, están Schmidt y, sobre todo, Brasseur para salvar a la cinta y hacerla medianamente notable. Esto hace que ‘El Sr. Henri comparte piso’ se pueda comparar a cintas como ‘Los recuerdos’ o ‘Las sillas musicales’, películas amables y agradables, ideales para pasar el rato y que no ofendan a la mente del espectador. Afortunadamente, gustará al público.