El cine argentino siempre ha tenido una mirada ácida e irónica hacia su propia sociedad, es más, ha sido capaz de sacar el lado más extremo y salvaje de la persona tanto en la gran pantalla como en la televisión en propuestas como ‘Relatos salvajes’, ‘El clan’ o la serie ‘Mujeres asesinas’. Mariano Cohn y Gastón Duprat, la dupla de directores que firmaron la estupenda ‘El hombre de al lado’ regresa con una propuesta tan “destroyer” como lo fue la ya mencionada ‘Relatos salvajes’. ‘El ciudadano ilustre’, premio al mejor actor en el 73º Festival de Venecia y candidata de Argentina para los Oscar 2017.
Maliciosamente muy divertida
Daniel Mantovani es uno de los escritores más aclamados del mundo. Su forma neorrealista de narrar la vida del pueblo de su infancia en sus novelas ha deslumbrado a lectores de todas las partes del globo y ello le ha convertido en el primer autor argentino en ser reconocido con el premio Nobel de Literatura. Justo después de alzarse con tan preciado reconocimiento, el máximo galardón que puede recibir un novelista, le llega una invitación de su pueblo natal, Salas, para que asista durante una semana a las festividades culturales del lugar. Mantovani, víctima de cierta nostalgia, decide regresar al sitio que le vio nacer. Lo que empieza siendo una bienvenida por todo lo alto se irá convirtiendo en una experiencia semejante al infierno de ‘La divina comedia’ de Dante.
Cohn y Duprat ya demostraron con anterioridad su experiencia en crear sátiras sociales con películas como la ya citada ‘El hombre de al lado’ o ‘El artista’. Con ‘El ciudadano ilustre’, el dúo de cineastas, que también firman el guión, traen su propuesta más extrema y también la más malévola y magistralmente realizada. Dividida en cual episodios, la película, el pueblo y su protagonista irán degenerando paulatinamente convirtiendo el tranquilo pueblo de Salas en un lugar semejante a Puerto Hurraco combinado con el Amarcord de Fellini.
La sátira como crítica social
En ese sentido, la cinta logra traer uno de los principales conflictos de la Argentina actual: Las grandes contradicciones de la metrópolis y el pueblo, así como de toda esa ciudadanía argentina que optó por huir a Europa y ven que su regreso a su país natal crea una grandes anacronismos con su nuevo estilo de vida adoptado. Todo ello visto desde un prisma irónico y algo decadente. Los cineastas crean un auténtico descenso a los infiernos en los que no hay ningún personaje amable, siendo una radiografía del esperpento de la sociedad rural, así como también del elitismo y clasicismo de las corrientes intelectuales progresistas, inconscientes de que la teoría dista mucha de la práctica.
Lejos de parecer el Macondo de Gabriel García Márquez, Óscar Martínez, justamente premiado en Vencia, se convierte en una especie de Caronte que lleva al espectador desde el paraíso hasta el mismísimo inframundo de la Argentina profunda, aquella que se aprecia desde fuera como lugares que son remansos de paz en los que nada cambia y con gente amable pero que si se rasca un poco se puede ver una sociedad anacrónica, llena de rencores, complejos y que no desea evolucionar, cuales Amish del siglo XXI.
Óscar Martínez está brillante
‘El ciudadano ilustre’ es una de las mejores películas del año, su mordaz crítica a las sociedades rurales, a los caciques políticos, al elitismo de los intelectuales de izquierda, a la involución de la sociedad actual, a la subestimación de la cultura como eje principal de evolución, todo ello queda configurada en una película ácida, satírica y maliciosamente divertida. Una cinta que no deja un títere sin cabeza, siendo una versión cómica, divertida y ligera de la sórdida ‘Dogville’ de Lars von Trier. Una demostración de la buena mano del cine argentino, baluarte del cine iberoamericano.