Aardman y una granja es una combinación ganadora. El debut del televisivo personaje sube al olimpo de la plastilina y nos deleita con un infalible ataque de humor blanco y pelón digno de los mejores trabajos del cine mudo.
Directa al grano y al corazoncito, con una secuencia de créditos que ya te advierte que VAS A LLORAR, la primera incursión del Shaun en el cine está a la altura de la de sus primos Wallace & Groomit o la encantadora ¡Piratas!, obras cumbre de los estudios británicos.
Tras la gloriosa Paddington, los ingleses demuestran que no sólo viven de Harry Potter y productos mainstream, también hay sitio para robarnos el corazón con este hermoso trabajo artesanal que, esperemos, sea sólo una más de una trayectoria que nos acompañe toda la vida.
La película de La oveja Shaun vuelve a demostrar que la plastilina es el material del que están construidos los sueños.
5 / 5