Si la semana pasada destacábamos el regreso de Adam Sandler al humor garrulo y a un tipo de personaje que le sienta de maravilla, este fin de semana recibimos con los brazos abiertos la tercera muestra de genio de un director instalado en la factoría Apatow que, para nuestro gozo, lleva tres aciertos seguidos en su escasa pero desternillante filmografía, Nicholas Stoller.
Si en Paso de ti, Stoller y Jason Segel (co-guionista de las tres y estrella de dos de ellas) se basaban en la idea de la ruptura, ahora dan la vuelta a la tortilla para centrarse en la idea de la unión, que, claro que sí, puede dar los mismos quebraderos de cabeza a los protagonistas y provocar en el espectador las mismas carcajadas que antes.
Un poco más domesticada que sus dos obras anteriores y centrada en un mayor target, el cartel especifica que se trata de la nueva película del productor de La boda de mi mejor amiga (Bridesmaids, 2011), algo injusto para un director que viene pisando fuerte en el género y que cada dos años nos regala una nueva catarsis cinematográfica que no se paga ni con la subida del iva. Lástima que, una vez más, la distribuidora nos deje sin la versión original en una película en la que tienen bastante importancia las canciones que los propios personajes interpretan en castellano. Aún así, a película se disfruta gracias al enorme carisma de Jason Segel y a las rocambolescas situaciones que vivirá la pareja mientras esperan por una boda que no llega nunca.
Una comedia deliciosa que, a pesar de llegar a las dos horas (marca de la casa Apatow), pasa en un santiamén y en la que una sonrisa boba se dibuja en la cara del espectador. Una nueva comedia americana para abrazar muy fuerte.