En el libro colectivo Cannon Films – La Generación del Videoclub Vol.1, donde tengo el honor de aportar un par de textos (actualmente está agotado, pero trabajamos en una segunda edición para septiembre) sobre parte del esencial cine de acción de la era Reagan, donde las balas pesaban más que las palabras y los puños eran los veraderos comunicadores culturales.
Con el fin del libertinaje del cine de acción libre y violento, el género empezó a olvidar a sus estrellas, unas por méritos propios (Michael Dudikoff era un modelo que no tenía ni idea de artes marciales y se hizo famoso por una saga de películas ninja) y otros por el agotamiento de la fórmula (Chuk Norris, sin ir más lejos), siendo reemplazados por otros con menos habilidad para las artes marciales pero mucho más carismáticos y fotogénicos, al menos para el tipo de producción que encabezaban. La jungla de cristal o Arma letal eran películas con mucho más empaque, proyección y producción. Los grandes estudios apostaban por el género.
Así daba comienzo una nueva época dorada para el género que duraría más o menos, hasta la llegada de Matrix.
El Protector (Homefront), es casi una joya perdida de los ochenta, una cinta que recupera valores puramente Cannon (la familia en peligro, la localización, el perfil del personaje principal, el villano) y que, por momentos, luce como el eslabón perdido entre dos épocas con maneras muy distintas de presentar el cine de acción.
Este detalle tiene una explicación, y es que el guión viene firmado por Silvester Stallone, astro del género durante su época dorada que incluso participó en uno de los clásicos de la casa Golan-Globus: Cobra.
Lo curioso es que, al igual que la estupenda Jack Reacher, adapta una novela sobre la saga de un personaje, pero no la primera. Jason Statham interpreta a Phil Broker, un viudo (super)ex-agente que pasa los días arreglando su camioneta y trata de educar a su pequeña en un pueblo apartado lleno de basura blanca donde Morgan Bodine (James Franco) trapichea a sus anchas. No tardará entonces en haber un cruce de caminos que lo hará todo muy personal.
El Protector tiene una primera hora que la coloca a la altura del mejor cine adulto de acción de entonces, pero su precipitado desenlace y un final anticlimático, además de su casting marciano, terminan por enfriar una propuesta muy digna a la que no se le reconocerán sus méritos y que, además, llegará a nuestro país casi un año después de su exhibición internacional. Pero también digo que para entrar a un cine a primeros de agosto en España, es una oferta estupenda.
3 / 5