El solo hecho de ver en el póster del film a Liam Neeson funciona como aliciente o estimulante para aquellos espectadores que comulgan con su estilo y que vienen siguiendo sus últimos trabajos en la industria cinematográfica. Actualmente, Neeson es uno de los grandes íconos de películas de acción, algo que ha adquirido a partir de las palomitera saga de Venganza (Taken) o de la más reciente aventura a bordo de un avión en Non-Stop.
El director Scott Frank apuesta todas las fichas al gigante Neeson y le entrega la máxima responsabilidad para que éste, por su cuenta y cargándose la película al hombro, saque a relucir los mejores momentos de la historia. Y en ese aspecto sabemos que nuestro protagonista no suele fallar.
Caminando entre las tumbas no tiene un guión fuerte que merezca ser destacado, pero sabe como ingeniárselas para proporcionar entretenimiento a base de misterio y alzándose como un thriller de desapariciones que mantiene la expectación.
El relato nos posiciona en las calles de Nueva York, con Matt Scudder (Liam Neeson), un ex policía que trabaja como detective privado aunque no tiene una licencia oficial en el presente de la narración. Un traficante le realiza una jugosa oferta para que lo ayude a encontrar a quienes secuestraron y mataron brutalmente a su esposa. Nuestro héroe, con procedimientos algo anticuados pero con el aval que le da su amplia experiencia en el mundo del crimen, comenzará a investigar para hallar a los culpables del macabro asesinato.
Caminando entre las tumbas alterna buenos y regulares momentos. En la balanza, son muchas más las secuencias que nos enlazan y nos permiten disfrutar la cinta que las que, al pecar de previsibilidad, le restan puntos en el resultado final. Es interesante la crudeza con que Scott Frank expone los acontecimientos vinculados a los asesinatos, jugando con el acrecentamiento de sed de venganza.
El realizador, al no contar con unos roles secundarios demasiado efectivos, le arroja el compromiso a Liam Neeson y le da la libertad necesaria y esencial para que éste se desempeñe con la soltura y la naturalidad con la que lleva a cabo este tipo de papeles. El énfasis central está puesto en que el actor de Infierno blanco arremeta, en su tono de implacable, contra los responsables de los crímenes, mostrando su costado de tipo duro.
El film resulta entretenido y se consume ligeramente más allá de que dure apróx. 113 minutos. Scott Frank le añade a la historia condimentos que la hagan más turbia de lo que en teoría se presume; para ello crea un ambiente sórdido y de tonos oscuros, en donde todo suena más misterioso. Con algunos buenos pasajes de tensión aunque sin giros bruscos que la doten de sorpresa, Caminando entre tumbas acaba dejando una buena sensación.
3.5 / 5