Parece que fue ayer cuando el bueno de Kevin Smith, harto de la industria, de la respuesta del público y de la amnesia de la crítica, anunció que se retiraría después de su primera incursión en el cine de terror.
Aquello dio como fruto la polémica Red State, para el firmante de estas líneas una de las mejores películas de su año y un top en la carrera del director de Clerks. Parecía el fin de Kevin Smith: una cinta tan pequeña como sus primeros trabajos que, además, el mismo director se encargaría de mover por las salas y festivales. Su (¿inesperado?) éxito hizo más fácil su visionado en todo el mundo e incluso en el Festival de Sitges se llevó el premio gordo. La estupenda acogida del film hizo que Smith se pensara dos veces la retirada y recondujera su carrera hacia un terreno en el que se ha convertido en la gran esperanza del género.
Esa esperanza se confirmó en Tusk, su siguiente trabajo como director de terror y que jugaba a los mad doctors originales, al cine de Tod Browning o a experimentos de los setenta, como The Mutations o Ssssilbido de muerte. Mucho más cruel que Red State, aunque igual de divertida, la película confirma a Smith, efectivamente, como nuevo adalid del horror.
Ahora Smith pretende cerrar la trilogía de horror canadiense iniciada con la película de la morsa con dos nuevos trabajos, la finalizada Yoga Hosers, que recupera a las jóvenes que regentaban la tienducha de Tusk, y Moose Jaws, que apunta a un Tiburón protagonizado por un alce y que podría, atención, incluir a Jay y Bob el silencioso.
Estas nuevas alas permiten a Smith volver a sentir que forma parte de la industria y por eso, además, nos regalará nuevas secuelas de Mallrats y Clerks. ¡Gracias, Kevin!
Última actualización: 14/05/2020