Daniel Attias (House, El Séquito) nos presenta esta semana un episodio de Homeland que marca un antes y el después en la serie. Lo estábamos esperando y lo veíamos venir, pero la lagrimilla ha saltado igual de imprevista. El recap del capítulo 8 aquí. ¡Alerta spoiler!
Mathison lucha por la custodia de su hija
El episodio de la semana pasada fue un frenesí de emociones, drama, líos y planos un poco mareantes que nos lleva a una Carrie en lo más bajo y peor que puede estar. De compañía le queda Anson (James D’Arcy) y, ahora que la han trasladado a un centro psiquiátrico, tiene que someterse a sus sesiones de electro-loquesea para regular su cabeza. Vemos como la duermen y la hacen temblar, pero no es la primera vez que aparece por allí así que suponemos que es seguro del todo.
Todo sea por volver a tener a una Mathison en condiciones que se enfrente a los dos grandes dramas de la temporada: el plan ruso contra Estados Unidos y el jaque de su hermana por la custodia de Franny. Porque Maggie ha dado el paso, y Carrie tiene que confiar en que su abogada, Ronda, le ayude con el tema. Ella, sin embargo, le aconseja que medite el trato que le ofrece la otra parte: perder la custodia de su hija, pero con un régimen de visitas a favor.
Aunque de ir a juicio Mathison podría perder por completo la custodia y cualquier posibilidad de acercarse a Franny, nuestra protagonista no piensa firmar nada sin luchar: pide a Anson que investigue a su hermana, para en la vista dejar claro que ella tampoco es la mejor opción para cuidar a su hija. La propia Carrie sabe dónde mirar, pues Maggie la trataba a ella bajo un nombre falso, y eso está muy feo de hacer, aunque te lo pida tu hermana.
Anson se cuela, primero, en la oficina de Maggie, donde no encuentra los archivos pues están en su casa. Y aunque pensamos que Mathison no será tan así de dejarle la clave de la alarma a su colega para entrar en el hogar, lo hace, y Anson los encuentra. Se los entrega el mismo día de la vista, donde Carrie tiene que ver cómo delante del juez su familia relata qué pasa con Franny.
Maggie tendrá la custodia de Franny
La hija de Mathison, como cuentan su sobrina y su hermana, ha cambiado probablemente a causa del errático comportamiento de su madre, que está y no está y cuando está aparecen unos agentes armados en plena noche por la puerta. Sale a relucir Quinn, y aquel episodio con Franny, y habla también la profesora de su hija. Todo ello hace cambiar de idea a Carrie, sobre todo el último testimonio, de la propia Maggie, asegurando que puede ofrecerle a Franny cosas que ella no, como una seguridad y un hogar.
Saul se siente algo culpable por lo ocurrido con Carrie y su hija y, aunque poco puede hacer, sí que tiene una oferta para Mathison. El asesino de Dante ha desaparecido, así que Berenson le ofrece un puesto en un operativo para ir en su busca a Rusia (donde también sospecha que estará Simone, Sandy está muy acertada en eso de la historia de amor). Antes del juicio, Carrie le dice que no. Después, cambia de idea.
En el descanso de la vista decide firmar el acuerdo que le ofrecía su hermana. No utiliza los documentos que le consigue Anson, entiende que no puede decir que no a salvar EEUU, aunque eso implique no ver mucho a su hija.
El Vicepresidente firma contra Keane
El otro drama de la temporada también tiene lo suyo. La 25ª Enmienda sobrevuela la cabeza de Elizabeth Keane. Se trata de una enmienda de la Constitución de EEUU por la que se articula la manera de seguir en caso de que el Presidente muera, renuncie o sea incapaz de cumplir con su deber. Eso lo tienen que firmar unos cuantos, y la Presidenta no está del todo segura en quién confiar. El Vicepresidente Warner le asegura a Wellington que él está del lado de Kean, pero se sienta a la mesa con el Senador Paley, al que después de la muerte de Dante todo esto le parece surrealista.
Cuando Elizabeth conoce de la reunión, a la que –por otro lado- Warner tampoco sabía que iba, todo cambia por completo: no tener noticias le hace pensar que se ha pasado al lado de Paley, por lo que escribe cartas de despido a algunos miembros de su equipo que piensa que pueden haber firmado contra ella, sin escuchar a Wellington que le aconseja que recapacite.
Al día siguiente, el Vicepresidente aparece por la Casa Blanca asegurando que él no ha firmado nada, y no lo hará si da marcha atrás y recula con los despidos. Keane le pide una muestra de su fidelidad, que Warner no le puede dar. Le pide que se fie de él, pero ella no lo hace, no “estando a una firma de ocupar este escritorio” en el Despacho Oval. Y, después de eso, Warner le asegura que ahora sí que firmará. Ya la ha liado parda.
Última actualización: 16/05/2020