Después del éxito de House of Cards Netflix se metió de lleno en la adaptación de la novela Hemlock Grove, una historia que en los tiempos de Crepúsculo puede sonar a insistencia en el género y en público, pero no.
Su primera temporada jugaba en otra liga, sobre todo si tenemos en cuenta la insultante cantidad de sexo sucio, drogas y litros de sangre vertidos en ella. No sé aún qué es lo que la hace especial, pero su tono, entre el culebrón al más puro estilo Dallas o Dinastía, con esos ecos a Twin Peaks y, sobre todo, al folclore, leyendas y cuentos y fábulas de toda la vida, la hacen especial. No es una serie fácil, los personajes hablan de manera poco creíble y su comportamiento es todavía más marciano, pero ha supuesto un soplo de aire fresco en el correcto y pulcro panorama televisivo.
Incesto, canibalismo, violaciones y demás incorrecciones van de la mano en sus primeros trece capítulos, que cierran un arco inicial centrado en los ataques de un hombre lobo en el pueblo. Pero quedan tantos frentes abiertos y posibilidades por explorar que su segunda temporada, sin fecha de estreno, se antoja indispensable.
Como cada producto made in Netflix, el estreno de la serie supuso la posibilidad de ver todos los capítulos de una sentada, si es que tienes doce horas libres (yo la vi en tres días, me hago mayor), disfrutando cada vez más gracias a un tramo final lleno de (más) locuras y disparates hermosos.
Con un elenco tan irregular como la propia serie, pero que se va asentando pasados los episodios (Bill Skarsgård tiene un imán en su aura que le convierte en un tipo ultramolón) y unas transiciones y elipsis un tanto dudosas, el espectador no podrá dejarla hasta solucionar el misterio de los violentos ataques a las jovencitas de Hemlock Grove.
Una vez finalizada la temporada, puede que moleste el uso del gancho, ese hombre lobo-Macguffin, pero las puertas abiertas y los misterios por resolver, además del destino de alguno de los personajes principales, nos dejan con ganas de más misterios por resolver y violencia y gore extremos. Hay más productores ejecutivos que actores, pero al menos el más popular de ellos, Eli Roth, se ha encargado de que la serie muestre alguna que otra imagen aberrante para el recuerdo.
¿Cómo en Crepúsculo? Ni de coña.
Última actualización: 29/01/2014