Una semana más tenemos nuevo episodio de la serie Gotham. Después de un capítulo traumático, dramático y que nos hacía apartar la vista de las pantallas, el número 18 de la serie vuelve a ser algo más potable, pero no por ello menos interesante. Y con algunas sorpresas. ¡Alerta spoiler!
Es lo único que tiene
El drama se cebaba con el pobre Bruce y este episodio abre con un encamado Alfred, en el hospital. Un joven Batman no se separa de su lado, porque como ya aseguraba, “es lo único que tiene”. Quitando el dinero. Y la empresa. Y la mansión. Pero Alfred se recuperará, eso le promete Jim, que está allí de visita.
Sin embargo, ambos le mienten y no le cuentan lo ocurrido, ni la existencia de Reggie. “No pudieron ver al atacante.” Bruce pregunta extrañado el porqué de ocultarle a la policía lo ocurrido, que su compañero le apuñaló. Alfred no es ningún soplón, y prefiere encargarse él del asunto. De hecho quiere hacerlo ya, pero Bruce tiene que ordenarle que se mantenga en la cama.
El joven se entretiene en el hospital leyendo. Hasta que de repente aparece Selina. Bruce le cuenta lo que ha pasado y le asegura que es culpa suya: seguro que los de la empresa mandaron a alguien en quien el mayordomo confiaría para espiar después de las acusaciones que les lanzó. Efectivamente. Wayne le asegura que tiene que encontrar a Reggie, y aunque en un principio Cat le dice que está loco, después parece que se apunta.
El dueño del cortijo
El trauma, por otro lado, nos llegaba la semana pasada por parte de Fish. Visto que no tenía salida, la mujer optaba por sacarse un ojo y pisarlo para intentar algo que no termino de entender. El caso es que, sea lo que sea, parece conseguirlo. Se despierta en una cama a la vera del doctor Francis Dulmacher: al final consigue encontrarse con el dueño del cortijo. Para él es un placer conocerla, y Mooney asegura que a ella le ha costado.
La conversación deja claro las intenciones de Fish. Quiere ser su mano derecha, como lo fue de Falcone. Francis está ciertamente impresionado, por su valentía y su coraje, pero lamentablemente no sabe quién es Falcone. Es mejor tener a Mooney de amiga que de enemiga, y de eso nosotros ya podemos dar fe. Dulmacher le insta a comer y le asegura que le encantará su nuevo ojo, aunque no tenían de su color. Descubrimos un ojo de un azul intenso, nueva marca de identidad de Fish.
Y a Mooney le gusta su nuevo ojo. Y sigue tratando de convencer al macabro doctor de que sus prisioneros confían en ella y, trabajando juntos, podría seguir con sus experimentos más eficazmente. Al señor parece importarle poco Fish, él solo quiere seguir jugando a transformar a gente con piezas de otra gente. En plan Mister Potato.
La promesa sigue en pie
Pero acepta el trato. Eso sí, Fish tendrá que volver abajo, devolverle al guarda que tienen allí en prenda y seguir mandando gente. La mafiosa se pregunta qué pasaría si fallase y Francis le muestra una de sus últimas creaciones, un hombre al que ha trasplantado la cabeza a un cuerpo de mujer. Y parece que no le gusta el color de uñas porque no para de gritar.
Cuando Mooney vuelve al sótano, sus compañeros estaban empezando a impacientarse. En señal de buena voluntad, les dice, tendrán que soltar al guarda. Además, los hombres se llevan a dos de los prisioneros, entre ellos Kelly, el que parecía su apoyo allí. Uno de los allí presentes le increpa que ahora trabaje para ellos, pero de eso nada. Sabían que había gente que iba a morir, lo advirtió. Pero su promesa sigue en pie.
Fish se ha ganado un sitio junto al doctor. Le da la bienvenida a los pisos superiores, y le asegura que las vistas son mucho más agradables. Mientras se asoman a una ventana le asegura que no está preocupado en absoluto porque le dé a Mooney por traicionarle o escapar. Preocupada, Fish le da la razón. Será difícil escapar de allí pues están en una isla en medio del mar.
Es lo que tenía que hacer
En este capítulo también tenemos a Harvey Dent, y a Flass. El primero aparece en comisaria como un rayo: han retirado los cargos que tenían contra Flass y parece que el policía/narcotraficante/asesino se va a librar de todo, incluso con sus huellas en un arma. Pero hay más, porque resulta que el Comisionado Loeb le va a ascender. Y Jim se enfada, por supuesto, y Flass le asegura que no podrá con él porque siempre renace, como el Ave Fénix.
Seguidamente, Gordon recurre al propio Loeb, quien le asegura que le da bastante igual qué pasó en el pasado. Porque Flass es inocente, y en parte gracias a una confesión. En un vídeo, vemos a Bullock confesando que presentó pruebas falsas en el proceso contra Flass. Por último lugar, tiene que hablar con el propio Bullock, que le asegura que “es lo que tenía que hacer”, lo que Loeb le dijo que hiciese.
De su conversación aparece el título del episodio, “todos tenemos un Cobblepot”, un trapo sucio por ahí suelto que puede ser utilizado en nuestra contra. Si él no ayudaba a Flass, terminaría en la cárcel seguro, porque una vez mató a un gánster. Le aconseja a Gordon que se mantenga al margen del asunto y deje en paz a Flass. Pero Jim no está por la labor: “el día que eso ocurra dejaré de ser policía”.
Métodos
Jim decide continuar e ir a por Loeb, así que recurre a Dent y le cuenta cómo el hombre se pasa las normas por el Arco del Triunfo. Pero es una persona influyente y Dent no tiene nada contra él con lo que atraparle, por ahora. Se le ocurre la idea de interrogar a su antiguo compañero, Griggs. Siempre ha existido el rumor de que Loeb mató a su mujer hace tiempo, cuando Griggs era su compañero. Además, se cuenta que tiene archivos secretos de todo el mundo.
Obviamente, Griggs lo niega todo porque, obviamente, Loeb también tiene información sobre él. El policía no dice nada más, pero sí les da una pista: Loeb siempre decía que para mantener algo en secreto había que dárselo a un corredor de apuestas llamado Shi Lu, que tiene la oficina debajo de un restaurante chino. Cuando llegan allí Jim y Dent, Shi Lu se hace el sueco y asegura no conocer a nadie. A los pocos minutos, se ven rodeados de hombres armados con cuchillos.
Tienen que correr, es su última salida sobre todo cuando hay más hombres que balas. Menos mal que Jim revuelve conciencias y Bullock aparece con el coche para rescatarles. Saben que volver con refuerzos sería inútil así que usarán los métodos de Bullock. Con el coche en marcha, vemos como sacan por la puerta a alguien hasta que su cara roce el suelo. Se trata de Griggs, que termina hablando claro. Loeb colabora con Falcone. Necesitan a alguien que corrobore aquello, alguien cercano. Y ya saben quién.
El favor
Gordon y Bullock llegan a un club de Pingüino vacío. Y él, como siempre, se alegra de verles. Necesitan de su colaboración para encontrar los archivos secretos de Loeb, pero claro, eso supone traicionar a Falcone y tendrá que tener algo a cambio. Al final tienen un trato: su ayuda a cambio de acceso a esos documentos (menos los que impliquen a algún policía) y además Jim le deberá un favor. Y seguro que le vendrá bien que Jim le deba un favor.
Los tres llegan a una casa vieja y sombría a las afueras de Gotham. Empiezan a discutir, pues Pingüino no quiere bajar del coche, pero un señor les sorprende. Se inventan la historia de que Loeb les envía a inspeccionar el lugar. En la casa, una pareja de ancianos les invita a café. Mientras la señora va a por unas llaves, hablan tranquilamente con el hombre.
La señora aparece, pero no con unas llaves sino una escopeta. Hay un tiroteo y ambos ancianos quedan inconscientes. Mientras Pingüino se queda abajo a vigilar, Bullock y Jim subirán a investigar. Arriba, en la casa, encuentran a una mujer un tanto extraña. Se trata de Miriam, la hija de Loeb, y no para de bailar.
Adoro a mi hija
Se sientan a hablar con ella. Miriam vive allí desde siempre y su padre va a visitarla los domingos. Obviamente, la mujer no está muy en sus cabales, pero asegura que vio el asesinato de su madre a manos del padre, y él decidió encerrarla allí. Miriam es la Cobblepot de Loeb. Cuando llegan al piso de abajo, los ancianos han escapado. Pingüino se disculpa.
Gordon no pierde el tiempo y va directo a hablar con Loeb, con el collar de su hija Miriam. Loeb quería mantener a su hija fuera de Arkham, por eso estaba encerrada. Pero Jim no dirá nada. Más que nada porque airear el asunto no tendría sentido: el siguiente también sería untado por Falcone. Decide chantajearle, en cambio.
Flass tendrá que ser juzgado como se merece y él será quién mande en la sombra. Pero Loeb no está de acuerdo. “Adoro a mi hija pero adoro vivir más”. Si hace lo que le pide será hombre muerto. Al final llegan a un acuerdo: el archivo con toda la información de Bullock y algo más, el ascenso de Flass ahora será para Gordon.
En el club, vemos a Pingüino junto a los dos ancianos. Mintió a Jim y Bullock, no se escaparon, él les dejó marchar prometiéndoles amparo en Arizona a las represalias de Loeb. Sin embargo, es un poco torpe y solo tiene un ticket para el viaje. El hombre le asegura que llevan mucho tiempo casados y no se separarán. Sin embargo, la anciana piensa diferente y no duda en matar a su marido para conseguir ese viaje. Al final, era todo otro juego de Pingüino y no hay ningún ticket. Termina disparando a la señora, eso sí, agradeciéndole su ayuda.
El de los acertijos
Edward Nygma continúa con sus intentos tan peculiares de cortejo hacia Ms. Kringle. Necesita saber qué pasa ahora entre ella y Flass, pues salieron juntos. La chica le cuenta que no pasa nada, pues se dio cuenta de que existen muchos hombres mejor que él. Edward sonríe bastante contento, pues ve una posibilidad.
Pero no es así. Más tarde, y con flores en la mano, Nygma invita a una cita a Kringle, pero ella le rechaza: ya está saliendo con otra persona, un policía. De hecho está allí y reconoce a Edward como “el de los acertijos”. Intenta pillar a Nygma con uno (¿Qué tiene brazos pero no puede aplaudir?), pero estamos hablando de Edward, por favor, y lo acierta sin problemas. El policía asegura que la próxima vez no lo acertará, mientras Nygma tira sus flores a la basura.
Opinión
En este episodio de Gotham vemos varias cosas interesantes. Bruce sabe, por ejemplo, que los últimos acontecimientos tienen que ver directamente con su encare con los directores de Industrias Wayne. ¿Por qué no les echa a todos a la calle? De todos modos, ya van a por él, y solo por hacer algunas preguntas.
Como nos temíamos, Fish ha terminado traicionando a sus compañeros de cautiverio. Sí, ella les dice que no, pero seamos sinceros, sí. Ahora que sabe que está en una isla en medio de la nada creo que su única opción es hacerse dueña del lugar. Si ha podido ascender tan rápido seguro que lo consigue, aunque le ha costado un ojo de la cara. (Mis disculpas. No me podía aguantar).
Por último, Pingüino ha sido listo, pues esos ancianos podrían haber terminado hablando y si Falcone se enterase de sus asuntos en solitario podría ser fatal para él. Bullock se ha dado cuenta y yo también: Jim va por ahí destapando Cobblepots de ajenos utilizando el suyo propio. Y ahora que le debe un favor tiene que tener por seguro que Pingüino hará uso de él. Cuando más lo necesite.
¿Veremos ya a un Nygma cabreado de verdad? ¿Malvado por fin? Un reloj. Un reloj tiene brazos, pero no puede aplaudir.
Puntuación: 8
Última actualización: 03/03/2015