El episodio de esta semana de Gotham trata sobre el amor. El amor asoma por todos lados y en todas formas, algo que hemos visto en contadas ocasiones en la serie. Nos hemos saltado un capítulo, pero con este iremos recordando lo que ocurrió la semana pasada. El recap del episodio anterior, el tercero, está disponible aquí. ¡Alerta spoiler!
Capuchas Rojas
Efectivamente, Pingüino es el nuevo alcalde de Gotham. Y ni le hizo falta sobornar ni hacer trampas, Ed se encargó de deshacer las tretas de Butch y conseguir una victoria limpia. Esta nueva andadura de Oswald, por desgracia, no comienza demasiado bien: la banda de las Capuchas Rojas le ataca en plena reunión con la prensa y, aunque no le hacen ningún daño, sacan a relucir su furia al decapitar una estatua de su madre.
Pronto descubrimos que la banda, imitadores de aquellos que ya aparecieron en la primera temporada, han sido contratados por no otro que Butch. No quiere herir a su jefe, sino asustarle y salvarle él mismo. Hacerse el héroe, en definitiva, para recuperar el puesto a su lado que le ha arrebatado Nygma.
Nygma, por cierto, proclamado mano derecha del nuevo alcalde, se planta de vuelta en comisaría como enlace en la investigación del ataque. Allí se reencuentra con sus compañeros: un incrédulo Barnes, un escéptico Bullock y una muy enfadada Lee, que se acuerda de su amiga Kristen y le suelta un sonoro tortazo.
Y que se atreva a tocarla, le anuncia Lee, que su futuro suegro Falcone se encargaría de él. Muy bien aquí Leslie, aprovechando que vas a ser familia de un mafioso de los gordos. Con cierta ayuda de Lucius Fox, descubren el escondite de la banda y allí que se dirige Pingüino y compañía. Butch tiene que actuar rápido, así que decide que la única manera de hacerles callar de su acuerdo y matándolos a todos.
Así se cuelga Butch su ansiada medallita, pero Ed ve allí gato encerrado y unos trajes muy buenos que la banda planeaba usar. Iban a colarse en una fiesta en el club de Barbara y Tabitha en honor al alcalde, lo que le hace sospechar directamente de Butch. Las socias, por cierto, son las primeras en descubrir la traición del subalterno a Oswald, pero Tabitha le tiene cariño al hombre, que eso se ve.
Pasan muchas cosas en esta fiesta en honor del jefe. Para empezar, Nygma muestra sus cartas a Butch: el matón encargó los trajes de la banda de la Capucha Roja 2 al mismo sastre que hace los suyos propios. Y una vez que le tiene en su mano, le engaña por completo, asegurando que lo ha fingido todo y que, en realidad, quiere matar a Pingüino. Y Butch se lo cree, porque es lo que ha creído que estaba haciendo Ed todo este tiempo.
Ahora, sin embargo, Butch solo tiene dos opciones: o mata al alcalde él mismo o Nygma habla y se enfrenta a la furia de Oswald (además, tienen a Tabitha, para más presión). Ed le deja una pistola, sin balas por supuesto, y Butch cae en la trampa y se convierte el nuevo enemigo número uno de Pingüino. ¿Hasta qué punto llegará la relación de Nygma y Oswald? ¿A cuántos está dipuesto Ed a quitarse de enmedio?
Días mejores
¿Pero y el amor? Por un lado tenemos a Gordon y a Valerie Vale. La reportera le utiliza como quiere, sí, pero algo más en esa relación habrá para que Jim se deje utilizar. Si trata de cubrir el hueco de Lee con ella, puede que al final Vale no esté dispuesta del todo. Por el momento trata de descubrir qué hay de cierto en un rumor que corre por la ciudad acerca de la sangre venenosa de la hermana del Sombrerero Loco, que anda desaparecido. Y él está dispuesto a contarle cosas. Porque sí.
Jervis, por cierto, sigue con su locura por ahí y regresará pronto seguro. Y al comisario parece que la sangre de venenosa no le ha hecho efecto, todavía. En el capítulo anterior una gota le caía en un ojo, y de aquí puede salir cualquier cosa. Al final yo me veo a Bullock de comisario, con Pingüino de alcalde. Cómo hemos cambiado.
Por otro lado tenemos a Bruce, que busca en Gordon ayuda para encontrar a Ivy: la muchacha sigue desaparecida y Selina está preocupada (a la nueva Ivy la vemos en la fiesta de Oswald, aunque nadie la reconoce). Jim en seguida cala que el joven siente más que una amistad por la intrépida muchacha, por lo que le anima a contarle sus sentimientos y ser honesto con ella. Y lo hace, sorprendentemente.
Bruce es honesto con lo de que le gusta, y Selina le planta un beso. Porque sí. La semana pasada el beso se lo dio con el Bruce clon, que parecía que se despedía de todos con aquel beso y una salida espectacular, pero que al final terminaba en manos de la sociedad secreta de la ciudad, la Corte de los Búhos, que seguro que fueron los que le encargaron a Hugo Strange. Hemos echado de menos esta semana algo de aquí.
Última actualización: 18/10/2016