Cómo defender a un asesino Temporada 2 Capítulo 13 Recap: Something Bad Happened

El capítulo que emitieron ayer de Cómo defender a un asesino es de los que te dejan un rato de piedra mirando la pantalla. Pero antes de ponerme a analizarlo tengo una buena noticia, y es que la serie fue renovada ayer por una tercera temporada, que llegaría el próximo año (año televisivo, de septiembre en adelante). Y ahora, al lío. Si necesitas repasar qué paso en el episodio anterior, lo tienes aquí. ¡Alerta spoiler!

Como ya he escrito, este ha sido uno de esos episodios frenéticos de casi-final de temporada. Ha habido de TODO. Y hasta el último minuto. Empezaré por aquí: Laurel haciendo de mensajera entre Wes (que necesita respuestas sobre lo de su madre) y Annalise (que tiene esas respuestas, pero solo las responderá si él mismo las pregunta). Wes no lo hace. A cambio, se dirige a la señora esta psicóloga a la que no quiso contar nada pero se le escapó el instinto suicida y terminó encerrado.

En esta ocasión, Wes abre sus sentimientos de par en par (o casi). Quiere que le ayude a recordar, aunque la mujer solo hace hincapié en la figura de Keating, tan relevante en todo el problema de Wes. Laurel decide dar un paso al frente y le cuenta a Wes que ha hablado de su viaje a Annalise (todo para intentar salvarle de Philip), lo que provoca que el joven se sienta traicionado y la eche de casa en seguida (adiós #wesrel).

Pero la cosa sí que funciona, en parte, pues Wes termina en casa de su profesora en busca de estas respuestas. Y aquí viene lo gordo: Annalise no estaba en casa, que estaba entre las sábanas de Nate, y Wes encuentra la nota que le ocultó Laurel y que apunta a que él pudo ser el que asesinó a su madre.

Como ocurre en los finales, la serie se debate entre el presente y el pasado. Precisamente, gracias a esto, podemos responder a algunas preguntas (por ahora pocas, la verdad). ¿Mató de verdad Wes a su madre? Bueno, no. Pero antes, toca hablar de Eve, que hace aparición estelar en la temporada en este gran flashback. Eve fue la pieza clave en el plan de Annalise para que Rose testificase en el juicio contra Mahoney. Porque Eve es la abogada de Rose cuando Keating termina mandando a su casa a la brigada de inmigración.

Eve y Annalise no se veían desde hace mucho, y los ocho-largos meses de embarazo de Keating dejan a Eve un poco en shock (y deseando que sea gordura, por cierto). Hay algo más que se nos muestra en este flashback, y es que Annalise no parece tener muchas ganas de ser madre. Y puede que esta confesión sea importante las próximas semanas ante algo que no resolvemos todavía: ¿qué fue de su bebé?

Sin embargo, el punto álgido del flashback es que por fin sabemos quién mató a Rose. Rose. Exacto, se quitó la vida. Ante las nada sutiles amenazas de Mahoney padre, Annalise se dirige al apartamento de la madre de Christophe y le suelta que no solo está en juego su seguridad, sino también la de su hijo. ¿La solución de Rose a ese problema? Pedirle que cuide del joven y clavarse un cuchillo en el cuello. Vemos a Keating salir de allí corriendo con su barriga y esconderse en el pasillo, segundos antes de la llegada del propio Christophe al lugar. ¿Por un segundo todos hemos creído que había sido Annalise, eh?

Ya en el presente, la cosa con Philip (supuesto Philip) se complica. La llegada de un nuevo vídeo de esa misma mañana en el que vemos a Michela despedirse de Caleb hace que el grupo se estremezca y hace a Annalise actuar. Por cierto, ¿qué fácil es colarse en la mansión de los Hapstall, no? La locura que sucede a continuación, en plena improvisación, me parece una genialidad. Keating lleva el portátil de Connor, con los vídeos inculpatorios y todo, al fiscal del caso Hapstall (el que encerró a Catherine).

Con esos vídeos podrán localizar a Philip y dejarlo de buscar en Canadá, pero claro, el señor no sale de su asombro al ver a todos sus alumnos en las grabaciones, huyendo de la mansión. ¿Mintió Annalise? Por supuesto, eso nosotros ya lo sabemos. Pero él no. Por eso Keating pide total inmunidad para sus alumnos y ella misma. A cambio del paradero de Philip. Que digo yo, ¿esto no lo puede averiguar Oliver y mandarlo anónimamente a este señor? Sin tener que enseñar los videos ni nada.

Sinclair murió allí y ahora hay un vídeo con un montón de sospechosos saliendo del lugar. ¿Qué hace el fiscal? Engañar a Annalise diciéndole que acepta el trato, pero mandando a la policía a su casa a levantar hasta las alfombras. ¿Le sale bien esto? No, porque Nate le pega el chivatazo a Keating, y la cabeza de la abogada empieza a funcionar.

El plan toma forma y Connor termina llamando por teléfono, haciéndose pasar por la oficina del juez y aprobando un registro que resulta ser falso, lo que hace que –al estar ya la policía dentro de la casa moviéndolo todo- cualquier tipo de prueba que pudiese existir quede invalidada. Vamos, que Annalise se la juega pero bien.

Pero que se hayan librado de esto todavía no les tiene a salvo: Philip sigue suelto y todo el grupito termina en casa de Asher (que es el único que no sale en ningún vídeo ni nada) en una chupi fiesta de pijamas, disfraces de Primark de dinosaurio y galletas. Las fiestas del Keating 5 siempre son las mejores fiestas. En realidad el único que ha tenido algo de tensión por ahora con Philip es Oliver (se coló en su piso), pero en la pijama-party corrige a alguien y le llama “presunto asesino”. Interesante.

El novio de Connor, por cierto, comete el desliz de mencionar que el joven quiere entrar en Stanford y poner tierra de por medio (a ver si así para de estar involucrado en cosas). Más tarde conocemos que no es el único, sino que Michaela también ha pedido el traspaso universitario. Algo que, a tenor de su conversación y su posición en la lista, resulta bastante improbable para ambos.

Hay un detallito importante en este capítulo, y mucho. Y es que el pasado siempre vuelve. Aunque en un bar vemos a Frank y Bonnie tomándose unas aguas con misterio mientras se esquivan preguntas sobre Laurel y Asher, Bonnie descubre algo muy importante en este episodio. Observa a Frank y Laurel hablar en el sótano de la casa, así que coloca una grabadora en el lugar para cazarles la próxima vez.

¿Y qué es lo que graba esa próxima vez? Por un lado, la declaración absoluta de amor incondicional de Frank hacia Laurel. Por otro, la declaración absoluta de que aquello ha terminado, incondicionalmente, de Laurel hacia Frank. Pero lo más importante es que se entera de que fue Frank el que mató a Lila. ¿O lo sabía ya?

Yo creo que esto es importante por dos cosas: primero, ella misma mató a Rebecca porque pensaba que fue la asesina de Lila; y segundo, ¿no se atreverá ahora a descubrir a su compañero para limpiar el nombre de Sam, no? Aunque fue él el que ordenó aquello. Este caso, queridos murders, no está ni mucho menos cerrado.

Pero como he escrito, esto nos guarda sorpresas hasta el final. Y si lo que ha pasado ya no es poco, todavía queda lo mejor (lo peor). En la pijama-party falta alguien, Wes, del que no sabemos nada desde que descubre aquella nota y se piensa que mató a su madre. En su apartamento, sin embargo, vemos a Annalise, que por fin ha dado el paso y hace caso a Laurel y se dirige a hablar con él.

Escuchamos ruidos, pero aquello parece vacío. En ese instante, Keating recibe una llamada: se trata de Eve, que le cuenta que Wes ha ido en su busca después de encontrar su nombre entre los papeles del caso Mahoney que Annalise le entregó. ¿Pero entonces quién hay allí?

Keating solo puede exclamarle a Eve que avise a la policía antes de que Philip, que aparece de debajo de la cama, la tire al suelo de un empujón. ¿Esto significa que es Philip el malo malísimo y de verdad de la temporada? Y una pregunta extra: como es tradición, ¿quién será el muerto en este final de temporada? ¿Philip? ¿Alguien del Keating 5? Porque más les vale que no sea Annalise. Más les vale que no.

Última actualización: 04/03/2016