El protagonista del capítulo de esta semana de Better Call Saul no es Jimmy McGill, sino Mike. En el episodio anterior le encontrábamos en busca de dinero y, podemos adelantar, que sus métodos para encontrarlo no son –para nada- los más sutiles posibles. ¡Alerta spoiler!
Acción, reacción, repercusión
Porque Mike es el protagonista, mejor vamos a ver qué le ocurre a Jimmy, cuyas acciones (lanzar sin consentimiento aquel anuncio en televisión) tienen sus reacciones, y alguna que otra repercusión. Para empezar, los socios de D&M no están nada contentos y no sólo por el anuncio en sí, también con esa libertad que McGill decidió tomarse. Con solo un voto a favor de que no sea despedido, Jimmy recibe la primera tarjeta amarilla y un aviso de ultimátum demoledor.
Sin embargo, sus hechos repercuten también en otras personas, léase aquí Kim, a la que vemos en HH&M reunida con Chuck y Howard. Ambos comparten el mismo sentimiento de decepción con ella: piensan que debió de contarles lo que estaba planeando McGill. El anuncio les pilló por sorpresa y, aunque nosotros sabemos que Kim no tuvo nada que ver, ella decide callarse y proteger a Jimmy.
Ese silencio la hace pasarse una temporada en la sala de archivos, como castigo. Y aunque recibe la visita y las disculpas de su novio, vemos como Jimmy no piensa quedarse de brazos cruzados ante tamaña injusticia. La culpa de todo aquello es suya y solo suya, y así se lo explica a Chuck, después de que el hombre se recuperase de una crisis de electromagnetismo en la que su hermano le encuentra en casa.
Pero Chuck, pese a sus cuidados, no hará nada. Incluso le increpa a su hermano que es un alcohólico del camino menos recto, incapaz de ver la realidad de lo que ocurre alrededor y de seguir las normas establecidas, mientras se vuelve a tapar con su sábana de papel Albal. Una escena muy curiosa, sí.
Mike v Tuco
Pero como ya he adelantado, en este capítulo el protagonista es Mike, al que al principio podemos ver llegando a casa, agarrando una bolsa de zanahorias congeladas y colocándola sobre su dolorida y cosida cara. ¿Pero por qué? Sus negocios con Nacho le pasan factura. Pero porque no quiere hacer algo que no quiere hacer. Se encuentra con el narcotraficante a las afueras de un restaurante mexicano donde se reúne periódicamente con Tuco, que es a quien Mike tiene que liquidar.
Y Mike no cree que aquello sea una buena idea, pero quiere el dinero. Nacho no puede permitirse que Tuco se entere de que trabaja también por su cuenta, no sabiendo lo que le pasó al último que se enfrentó al “polígrafo” del narco y pareció mentir. A cambio de una bala en el sitio correcto, Mike puede hacerse con un botín de 50000 dólares. Pero él no quiere llegar al extremo de apretar un gatillo (sabiendo que, simplemente, otro Tuco ocuparía el lugar del anterior). Así que aparece con una solución alternativa.
Mike hace aparición en el restaurante mexicano golpeando sutilmente el coche de Tuco, lo que hace que éste enfurezca en seguida. La discusión sobre el golpe va en aumento entre ambos y termina, de hecho, a golpes. Cuando la policía aparece (a la que el propio Mike había llamado minutos antes de aparecer por el lugar) Nacho ya no está allí. Y solo encuentran a Mike siendo golpeado por Tuco, que lleva pistola y su cartera en el bolsillo.
El plan parece dar resultado y el narco pasará una temporada en la cárcel, lo que le deja algunos años libres a Nacho. Mike se lleva la mitad del dinero, algunos puntos en la cara y la duda sobre si debería de haber optado por la solución rápida y concisa del gatillo en la distancia. También tenemos que contar en la ecuación la posible venganza que Tuco se cobre en un futuro. ¿Vale la pena no ser tan malo al fin y al cabo?
Última actualización: 08/03/2016