Bali Ha’i, la isla inalcanzable del musical South Pacific, es un poco como Saul Goodman: lo vemos, a lo lejos, con todas sus intenciones y cada vez más patentes; sin embargo, continúa lejano. ¿Por cuánto tiempo? En el capítulo anterior de Better Call Saul había progresos. En este, podemos decir que se aceleran. ¡Alerta spoiler!
Vida mala
El pasado atormenta a Jimmy McGill. Pero no para mal. Es un tormento de añoranza, de echar de menos su vida anterior, su vida mala. Y no hay que irse muy lejos: echa tanto de menos su antigua cama, en la trastienda de un salón de uñas, que no consigue conciliar el sueño en su nuevo apartamento. Y tal es la desesperación (y la metáfora de su historia), que decide volver a su antiguo despacho, abrir el sofá cama y cerrar los ojos.
Porque lo suyo no le sale bien. Antes de viajar al pasado y retornar a su antigua oficina le da tiempo a descubrir, en plena madrugada, el nuevo anuncio de televisión de D&M, junto a HH&M. Su idea, sí, totalmente adulterada y totalmente opuesta a lo que hizo y a lo que sabe que funciona.
Pero parece que en esta ocasión algo tira para adelante: su relación con Kim. Al menos eso parece cuando la vemos esperar su llamada de cada mañana, en la que Jimmy intenta disculparse, a su modo, de todo lo que ha ocurrido con ella y HH&M. Tal vez por eso le canta su propia versión del tema Bali Ha’i, deseando que Kim no resulte tan inalcanzable como susodicha isla.
Schweikart & Coakley
¿Pero cómo le va a Kim en HH&M? Mejor, al menos ha recuperado su despacho. Hamlin no le dirige la palabra, así que suponemos que es obra y gracia de Chuck. Sin embargo, Kim sigue siendo un cero a la izquierda y no recibe ningún apoyo en una de las vistas del juicio de Sanpiper, donde se enfrenta sola a los alegatos de la defensa de la empresa y termina perdiendo una moción concerniente a los datos médicos de los ancianos.
Pero a la salida de la sala se le acerca su contrincante, Rick Schweikart (Dennis Boutsikaris), y parece que le abre la mente y el cielo. Rick es socio de un bufete muy prestigioso llamado Schweikart & Coakley, que son los abogados de la empresa de hogares de la tercera edad. Y Rick es un tipo bastante claro que le explica a Kim lo que acaba de ocurrir, y él lo sabe porque le pasó lo mismo: la han dejado sola porque era una batalla perdida.
Y le extraña, porque lleva siguiendo a Kim un tiempo, y ve en ella un potencial que en HH&M están desperdiciando. Con esas, le ofrece un puesto de socio en S&C y se ofrecen incluso a pagar la deuda que tiene Kim con su firma (monetaria, le pagaron la carrera). Pero mientras se piensa una decisión tan importante no puede olvidarse de Jimmy y de aquel momentazo del abogado en una piscina, viviendo un presente que no iba a ninguna parte, pero aparentemente feliz. Y como -por ella- todo eso cambió.
Tal vez por eso le llama a él, y no a Rick, y tal vez por eso le propone timar a un señor desconocido que la invita a una copa con un negocio de mucho dinero que no existe. McGill acepta participar en la treta y, aunque finalmente Kim decide que no va a cobrar el cheque del señor, nos resulta bastante curioso que sea ella la que, esta vez, ha arrastrado a Jimmy al lado más oscuro.
Problema
Mike tiene una decisión pendiente, recordemos, con el asunto de Tuco Salamanca y su tío, que le pidió que declarase que el arma encontrada en su altercado era suya (para así rebajar la condena del narco). Por eso se encuentra a un señor en la puerta de su casa, porque Hector quiere una respuesta, que al final resulta ser negativa. Como imaginamos todos, aquello tendría unas consecuencias que no se hacen esperar. Pero, por suerte, Mike siempre parece estar preparado.
Ingeniosamente prepara una argucia de profesional y coloca papel de calco y un folio bajo un felpudo a estrenar junto a su puerta. Cuando regresa a casa del trabajo, mira el folio y descubre calcadas las marcas de pisadas sobre el felpudo, lo que le indica que alguien estuvo allí y –presumiblemente- sigue en casa. Después de intensos instantes de tensión arma en mano, descubre a dos asaltantes que “solo querían asustarle” y que así cambiase su decisión.
Aunque Mike es duro y no se deja achantar, todo cambia cuando observa a dos tipos, gemelos, que le observan desde una azotea mientras se encuentra en una piscina con su nieta. Eso le hace acudir al encuentro de Hector y aceptar su trato de declarar en falso. El tío de Tuco había retirado la oferta inicial de 5000 dólares, pero Mike consigue tensar tanto la cuerda que le saca 50000. Un dinero cuya mitad le entrega más tarde a Nacho: tenían un trato y él no cumplió. Su problema estará en la calle de nuevo en poco tiempo.
Última actualización: 23/03/2016