A sus 85 años, Roman Polanski, una leyenda del cine, se muestra en plena forma con un thriller obsesivo, adaptación de una novela deconstruida que mezcla realidad y ficción, en el que es muy fácil reconocer sus constantes como autor y que se basa en dos personajes femeninos fuertes, interpretados por su mujer y musa, Emmanuelle Seigner, y Eva Green.
BASADA EN HECHOS REALES de Roman Polanski
Delphine de Vigan, la escritora a la que interpreta Emmanuelle Seigner en Basada en hechos reales, es un típico ejemplo de que la ficción imita cada vez más a la realidad mientras que la realidad imita cada vez más a la ficción. De Vigan sigue una de las tendencias más exitosas en la literatura del país vecino; como Michel Houellebecq o Emmanuel Carrère, escribe libros en primera persona en los que la autora o autor es el protagonista, los datos autobiográficos se entremezclan con los inventados y se genera una especie de reality literario pastiche entre realidad y ficción donde la línea divisoria entre autor y personaje se difumina. Precisamente Javier Cercas, uno de los escritores españoles que sigue la misma tendencia, ha sido recientemente adaptado con éxito y brillantez en El autor, otra historia que también daba varias vueltas de tuerca al tópico del escritor en situación de bloqueo creativo.
La falsedad de lo auténtico y viceversa
Tanto Basada en hechos reales como El autor giran en torno a la necesidad de realidad en la ficción, y a la idea también muy tópica de que es necesario vivir grandes experiencias para crear buenas historias ya que las convenciones literarias y las técnicas de escritor son muletas que solo conducen a caminos trillados; la auténtica creación vendría de la introspección en y la plasmación de la personalidad singular del autor. Suponiendo que esto sea verdad, ¿la búsqueda de la autenticidad le da derecho a contar y desnudar la intimidad de las personas de su entorno? ¿Y qué ocurre si esta idea no es más que un mito, o si la escritora de éxito en realidad no está mostrando su alma sino solo desempeñando un oficio? ¿Eso la convierte en una farsante?
La película juega en torno a estos temas proponiendo un relato en el que las angustias de la escritora se encarnan en un segundo personaje femenino atractivo e inquietante, que es reflejo, y que rápidamente se intuye también como creación, de ella misma. Se trata de una narración deconstruida en la que los mecanismos del género se quedan al descubierto. Como en el caso de El autor, se podría reprochar a Polanski que no lleve el juego de realidad y ficción a sus últimas consecuencias, lo cual supondría ponerse a sí mismo como protagonista de la historia y como director de cine en crisis atormentado por la explotación en su obra de aspectos de su vida privada para adaptar al cine la novela de forma realmente fiel. No obstante, esto no significa que no se estén utilizando elementos cinematográficos en la adaptación; Misery y Mujer blanca soltera busca, por citar ejemplos claramente comerciales, serían los dos principales referentes de este thriller psicológico que en una lectura superficial podría parecer que está siguiendo el patrón de ambas, pero que no se limita a utilizar unas convenciones sino que las desnuda y las analiza. Eso sí, el tiempo no ha pasado en balde y el director ha dejado de marcar el camino que sigue el cine actual y se limita a seguir, con acierto, eso sí, una tendencia que ya viene de antes y en la que él mismo ha tenido no poca influencia.
Los amantes del cine de Roman Polanski no se van a sentir defraudados con una película fiel a su estilo que tal vez no aporte demasiado a su filmografía pero que tampoco desmerece en ella, lo cual es ya suficiente motivo de celebración.