El regreso de Mel Gibson a la dirección era algo que muchos espectadores esperaban, era el retorno de un renegado, la reconciliación con la industria y la redención a un personaje denostado por Hollywood desde hace casi una década. Lo cierto, es que Gibson vuelve a la dirección pero no precisamente con aires de cambio con ‘Hasta el último hombre’, protagonizada por Andrew Garfield y que se pudo ver fuera de concurso en el 73º Festival de Cine de Venecia.
Hasta el último hombre, el esperado regreso de Mel Gibson como director
Narra cómo el primer objetor de conciencia de la historia de Estados Unidos logra obtener la Medalla de Honor del Congreso por haber salvado a más de 75 hombres durante la brutal batalla de Okinawa durante la Segunda Guerra Mundial. Es la historia del joven Desmond Doss, cristiano adventista del Séptimo Día y de cómo él quiso servir a su patria no luchando, sino ayudando a curar a sus compañeros heridos en combate.
Mel Gibson opta por dividir la cinta en dos actos claramente diferenciados. El primero es la novedad, en la que Gibson se mueve con cierta rigidez al mostrar la vida del joven Desmond (Andrew Garfield) antes de la guerra, un chico soñador y religioso que se enamora de la bella Dorothy, pacifista y que detesta las amas, al ver cómo consumieron a su padre tras haber sido soldado en la Gran Guerra. Pese a tener cierto esencia de telefilme de calidad de la HBO, lo cierto es que en esta parte Gibson logra atraer con un fuerte mensaje antibelicista, especialmente cuando se torna en drama judicial contra el mismísimo ejército.
Cine bélico con marca propia de Mel Gibson
De momento todo bien hasta llegar al segundo acto, ahí es donde Gibson da un giro radical a la trama, la batalla de Okinawa se convierte en un escenario de muerte y destrucción en el que el actor reconvertido en director se mueve como pez en el agua. Las escenas derrochan sangre, violencia, disparos y vísceras, muy propio del cineasta.
Pero esto no es lo que chirría, puesto que muestra las consecuencias directas del horror de la guerra, lo que provoca que exista una contradicción en su mensaje es que la película, que originalmente tenía un mensaje pacifista y claramente antibelicista, se torna en un filme patriótico, que engrandece la figura del héroe nacional convertido en militar y que gana batalla al contar con su fe en Dios. Dicha fe, que ofrecía al protagonista un espíritu conciliador, se convierte en un elemento esencial para que sus compañeros de lucha logren vencer y asesinar al enemigo.
Andrew Garfield brilla con su actuación
No hay que pensar que el mensaje final es erróneo, ya que el cine bélico se caracteriza por tener varios de estos elementos, sino que sorprende que Gibson se contradiga en lo que desea manifestar inicialmente con lo que, finalmente, muestra. No obstante, pese a ese fallo, el largometraje está a un nivel superior a propuestas como ‘Apocalypto’ o ‘La pasión de Cristo’. Sin exagerar, se está ante la mejor película dirigida por Mel Gibson desde ‘Braveheart’, con sello propio de autor y escenas épicas de guerra, pese a ser contradictorias. Además, tiene a Andrew Garfield, un actor capaz de mimetizarse en cada personaje al que interpretado, el británico vuelve a derrochar excepcional profesionalidad.
‘Hasta el último hombre’ es una película muy propia del cine de Mel Gibson, el cual demuestra que no tiene intención de convertir su cine en un acto políticamente correcto. Eso sí, el actor está más comedido pero sigue siendo él, algo que hay que aplaudirle, puesto que la película tiene sus mejores escenas cuando menos correcto es. Eso sí, el filme está al nivel de ‘El francotirador’, la cinta bélica que dirigió Clint Eastwood en 2014. Una cinta ambiciosa y cargada con un fuerte patriotismo estadounidense. Una propuesta digna y que, por supuesto, merece una oportunidad para ver en la gran pantalla.