Steve Jobs era un personaje antipático, engreído y con un enorme talento para hacer bien su trabajo (vender productos). Por eso a la hora de adaptar la voluminosa (y mediocre) biografía autorizada escrita por Walter Isaacson, nadie mejor que Aaron Sorkin para llevarla al cine. Sorkin es el guionista de más prestigio de Hollywood ahora mismo, pero también un tipo conocido por su fuerte personalidad y su trato difícil. El autor de las magistrales series El Ala Oeste o The Newsroom se ha especializado en el cine en biografías. Ya uno de sus primeros trabajos para el cine (El Presidente y Miss Wade) fue una soterrada biografía de Bill Clinton. Y hace cuatro años ganó el Oscar a mejor guión original por La Red Social, en la que recreaba la creación por parte de Mark Zuckelberg de Facebook.
En esta ocasión Sorkin contaba con un punto a favor y otro en contra. Por un lado tenía el mediocre precedente de Jobs, cuasi telefilm con Ashton Kutcher que le ponía fácil superar el listón, y por otro tenía que adaptar una biografía voluminosa y ciertamente falta de brillo como era la de Isaacson. Y afortunadamente ha sabido salir airoso del trance, centrándose en tres presentaciones de productos realizadas por Jobs. Desde el Apple II, con el famoso anuncio rodado por Ridley Scott hasta el iMac, con el que Jobs regresó a la empresa de Cupertino para rescatarla de una quiebra inminente.
Sorkin ha planteado Steve Jobs como un drama en tres actos, con enormes saltos en el tiempo entre ellos que sirven para apreciar la evolución física y sobre todo psicológica del personaje de Jobs. Hay que destacar el inmenso trabajo realizado por Michael Fassbender, actor que de entrada poco tiene que ver físicamente con el Jobs real, pero que logra apropiarse de su lenguaje físico, tanto en gestualidad como en el timbre de voz, de manera asombrosa. Cualquiera que haya visto alguna presentación del Jobs real podrá dejar constancia del increíble mimetismo logrado por Fassbender.
En la dirección, un eficaz Danny Boyle que cumple tras las cámaras pero que quizá satura un poco al repetir sus habituales manierismos visuales, acentuados especialmente desde 127 Horas.
Steve Jobs es una película difícil, que gustará a los amantes del estilo de Sorkin como guionista, con diálogos brillantes y vibrantes que se solapan unos por encima de otros de un modo tan artificial como emocionante. Es un filme no apto para quienes busquen un producto de consumo rápido, la película de Boyle requiere del espectador una atención constante, que escuche y no oiga, que vea y no mire.
Los fans de Sorkin tenemos una cita ineludible en este inicio de 2016 con Steve Jobs. El resto de espectadores estáis invitados a uniros a la Iglesia Sorkiniana. Como rezaba el famoso lema de Apple: “piensa diferente”. Y ve al cine.
3.5 / 5