Crítica de The Zero Theorem, de Terry Gilliam
Crítica de The Zero Theorem, de Terry Gilliam
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Lo último de Terry Gilliam finalmente llega a salas de cine en España. Estamos hablando de The Zero Theorem, otra cinta de ciencia ficción que parece tener, en cuanto a recurrencias, temáticas y ambientación, puntos en común con Brazil, aquella obra de culto que el propio director lanzó en 1985. A ambas se las puede encuadrar dentro del cyberpunk, ese subgénero de la ficción que intercala una tecnología avanzada con importantes cambios en lo que concierne al orden social.

Lamentablemente (y peor aún si intentamos relacionar el nivel de una y otra proyección del mismo realizador), The Zero Theorem se queda a mitad de camino, acercándose mucho más al flanco de lo olvidable que de lo memorable.

Crítica de The Zero Theorem, de Terry Gilliam

La historia nos adentra en la monótona vida de Qohen Leth, bajo la notable (como de costumbre) interpretación de Christoph Waltz. Qohen es un erudito en lo que respecta al mundo de la informática, y no hace más que pasar el tiempo encerrado, trabajando a cargo de una figura denominada “La Dirección” para resolver un teorema con el que podría descubrir la verdad sobre el significado de su existencia. Así, nuestro protagonista, un sujeto de apariencia casi robótica y de modales sumamente estructurados, aguarda ansiosamente el llamado que le permita develar aquel misterio.

En The Zero Theorem predomina la oscuridad, tanto en el aspecto de la mayoría de los escenarios (salvando los carteles electrónicos y publicitarios de las calles, repletos de colores) como en el de los personajes que la integran. Terry Gilliam no posee la misma maestría que supo tener en algunos de sus trabajos precedentes y da la impresión de imitarse a sí mismo de forma fallida. Si bien aún conserva sus dotes para generar momentos hipnóticos por la atmósfera propia que le imprime a sus productos, el Gilliam no logra conectar netamente al observador con lo que exhibe. Las secuencias, apagadas, reiterativas y con tintes de surrealismo, se perciben más bien deprimentes, carentes de fuerza de enlace.

Mélànie Thierry en The Zero Theorem

Con seguridad Christoph Waltz resulta lo más destacable de The Zero Theorem. El austríaco, versátil y siempre dando lo máximo de sus condiciones, interpreta a un tipo enajenado por la fuerza de trabajo, obnubilado. El aporte de la francesa Mélànie Thierry en la piel de Bainsley le aporta un baño de sensualidad y quizás una pizca de humor irónico cuando se acopla e intenta romper el hielo al relacionarse con Qohen Leth.

Gilliam vuelve a dejar una crítica hacia el papel cada vez más envolvente y acaparador de las tecnologías, a la omnipresencia de los anuncios publicitarios y a la presión que ejerce el trabajo sobre los individuos. Vivir para trabajar, casi sin saber cómo disfrutar los instantes de ocio y la vida social. La idea es interesante, pero volcada a la práctica no surte efectos positivos. El film, de poco más de hora y media de metraje, se hace indefectiblemente pesado, denso e iterativo. Para colmo, los pasajes oníricos no cuentan con la capacidad necesaria para otorgarle a la historia, aunque sea mínimamente, un poco de frescura.

Puntuación Final:
2 / 5 Valoración de The Zero Theorem- 2 sobre 5

Tráiler de The Zero Theorem

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