Dicen que las obras pequeñas son hechas de manera casi amateur pero con mucho mimo y dedicación. Eso debieron pensar David Perea y Luis Soravilla cuando filmaron ‘Las aventuras de Moriana’ una extraña producción al que se le puede catalogar como excesivamente atrevida, y no porque hable de hechos realmente interesantes como si se tratase de las delicadas obras que trae, por ejemplo, el cine hecho en Euskadi, no, sino por haber lanzado un absurdo y en película.
Magdalena hace lo que puede por salir adelante. Recién desahuciada, se busca la vida como puede intentando predicar con el ejemplo que quiere inculcar a sus hijos: Salir siempre hacia delante. Para ello, decide montar un bar-restaurante junto con su marido, al que recién encuentra tras varios años de abandono. Pero no es suficiente, con otro desahucio inminente, se le ocurre la idea de montar una experiencia “culinaria cinematográfica” rodando una película. Lo malo es que no sabe cómo realmente se filma un largometraje.
‘Las aventuras de Moriana’ es un proyecto que surgió de Internet, ese lugar donde gente de cualquier parte del mundo puede ganar dinero montando vídeos graciosos en la habitación de la casa de sus padres. Sin embargo, trasladar esos chistes o situaciones al cine puede no funcionar. Eso es lo que ha pasado con esta producción.
Porque sus protagonistas carecen de dotes interpretativas, sus diálogos parecen ser recitados con un prompter detrás. Tras la nula expresión artística de los personajes principales viene la contra de una historia que sobrepasa lo inverosímil. No hay que infravalorar ese atrevimiento, ya que como idea teórica podría ser interesante. Sin embargo, esta extraña aventura de una sufrida ama de casa no consigue llegar a buen puerto pese a estar llena de alma.
No sólo porque el lenguaje en el cine sea algo completamente diferente al que hay no sólo en webseries sino también en televisión o literatura, sino también no haber tenido prácticamente nada de ambición cinematográfica más allá de conseguir colocarla en alguna sala independiente. De hecho, produce la sensación de que la única intención de ambos realizadores es haber creado, como fuere, un largometraje en cines. Una idea cercana a la que tenía, por ejemplo, los protagonistas de ‘Yo, él y Raquel’ cuando grababan sus películas en casa emulando a los grandes cineastas de la historia. Sin embargo, Perea y Soravilla han decidido llevarlo a la práctica, con un resultado que salta a la vista.
Aunque no todo es malo, hay que poner un punto y aparte con la excelente Terele Pávez, lo único salvable de la cinta. Un homenaje a su figura, con guiño a la serie de ‘Teresa’ que coprotagoniza junto con la magnífica Marián Álvarez. Pero ese destello de calidad no es suficiente para salvar una cinta que puede funcionar muy bien en su medio, la red. ‘Las aventuras de Moriana’ ni se acerca a esas producciones raras como ‘El milagro de P. Tinto’ o ‘Cándida’. Un intento fallido de crear vanguardia con una extravagancia.
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