Hay que alabar las buenas intenciones de ofrecer algo diferente, pero Gore Verbinski vuelve a fallar con una película con un planteamiento interesante pero que acaba siendo una historia predecible con escenas repetitivas y una duración excesiva.
Un cuento gótico demasiado ambicioso para lo que ofrece
Sin duda, un ejemplo de carrera de altibajos es la del director Gore Verbinski. Tras el fiasco de ‘El llanero solitario’, el cineasta vuelve con una propuesta más personal y que, en cierta manera, recupera la esencia de una de sus películas más aclamadas, ‘The Ring (La señal)’. ‘La cura del bienestar’, protagonizada por Dane DeHaan, Jason Isaacs y Mia Goth, su nueva propuesta.
Lockhart es un ambicioso y joven ejecutivo de una importante compañía de finanzas de Nueva York. Tras morir un cargo superio, Morris, por un ataque al corazón, Lockhart es ascendido. Sin embargo, para que el ascenso quede aprobado del todo, debe firmarlo el CEO de la compañía, Roland Pembroke, que se encuentra, desde ya bastante tiempo, recluido en un idílico pero misterioso “lugar de reposo” en una remota región de los Alpes suizos. El sitio parece apacible, demasiado, el joven sospecha que algo no va bien. Tras un accidente que le obliga a alargar su estancia en el balneario, pronto empezará a percibir oscuras sensaciones que le harán perder, poco a poco, la cabeza.
Verbinski divaga demasiado en escenas reiterativas que lastran el metraje
Con ‘La cura del bienestar’, Verbinski intenta quitarse la horrible espina que fue la fallida ‘El llanero solitario’. Cierto es que la cinta desprende más de su esencia que el producto comercial de Disney. No obstante, el filme dista mucho de estar a la altura de la magnífica ‘The Ring’, como también de películas más irreverentes como son ‘Un ratoncito duro de roer’ o ‘Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra’, por la que Johnny Depp fue nominado al Oscar. Porque la cinta es una magnífica ideal con un planteamiento hipnótico que va perdiéndose en un excesivo metraje que lastra mucho la trama, además de encontrarse con un protagonista, Dane DeHaan, nada empático y un Jason Isaacs con el piloto automático puesto.
Porque 156 minutos de metraje para una película que pretende ser una fábula gótica en contra de las ambiciones asépticas del capitalismo, la clásica obsesión por la vida eterna y la dependencia de la sociedad a los medicamentos es excesivo. Sin embargo, toda su premisa se queda disuelta en una película lenta y, cuando debe dar sus golpes efectivos, poco dramática.
Los actores no están a la altura en La cura del bienestar
A ello hay que sumarle que Verbinski, aunque ha puesto más de su alma como autor, no sabe combinar sus referencias para crear esta historia de un moderno Fausto entremezclado con el ‘Drácula’ de Bram Stoker, imposible no acordarse de Jonathan Harker al ver al personaje de Lockhart, con el estilo visual propio del cine de Darío Argento, muy de cine de terror de los 70 y 80 pero con una mayor dosis de pretenciosidad.
Todo ello hace de ‘La cura del bienestar’ una propuesta loable en su planteamiento, en la que la intriga inicial mantiene al espectador en constante expectación pero que va diluyéndose conforme va convirtiéndose en una película que reitera demasiado su mensaje, así como da prioridad a momentos completamente prescindibles. Con imágenes impactantes, el filme hubiera sido mucho más efectivo de haber tenido una duración menor. Una decepción que demuestra que Gore Verbinski debe seguir revisionándose a sí mismo.