James Bobin (Da Ali G Show, The Flight of the Conchords), Nicholas Stoller (Paso de ti, Todo sobre mi desmadre) y Jason Segel (le encontrarás de la mano del anterior) forman el triunvirato responsable de rodar, de una vez por todas, la película definitiva de los Teleñecos.
Corría el año 1979 cuando los muñecos más populares de todos los tiempos saltaron a la gran pantalla con una película de aires hippies, que dio luz verde a un puñado más de irregulares revisitaciones a los clásicos populares, como los cuentos de navidad, el mago de Oz o la isla del tesoro. Ninguna de las adaptaciones resultó redonda, siendo la primera y “El gran golpe de los Teleñecos” (esta última la única dirigida por Jim Henson) las más afortunadas.
Hasta la fecha, todas las películas-muppet habían sido pensadas y dirigidas por los colaboradores más cercanos del genio Henson, como Frank Oz o su hijo Brian Henson, y todas las películas y telefilmes estaban cortadas por el mismo patrón, inocente y blando, muy de la época.
Pero los tiempos cambian y, afortunadamente, el trío mágico al que hacía referencia más arriba, con la ayuda del Conchord Bret McKenzie (nominado al OSCAR), ofrecen el mejor regalo posible al espectador, al fan… y a los propios muppets.
La película cuenta la historia de dos hermanos, hombre y muñeco, Gary y Walter, los mayores fans de los Muppets, y del viaje que emprenden a Los Angeles para conocer los estudios que cobijaron a sus ídolos y que terminará por convertirse en la aventura de su vida cuando descubran el diabólico plan del malvado magnate de turno.
La perspectiva inicial es oscura y adulta: los personajes de trapo han roto relaciones (pocas cosas más tristes verás en tu vida que algún pasaje de la primera media hora de película), tanto profesionales como personales, y se encuentran condenados al olvido por parte de un público que ya no es el que era y que se conforma con una programación televisiva chusca y de tres al cuarto en la que ya no hay hueco para las buenas intenciones y la magia de antaño. Vivimos en un mundo en el que no hay sitio para ellos y además parece que nadie se acuerda de que hace años hacían felices a millones de espectadores.
De manera comprensible debido al mayoritario target infantil, la distribuidora no presenta copia en versión original y las canciones están dobladas al castellano, pero no molesta porque la película está rodada con verdadero amor y respeto, por gente que conoce a la perfección los resortes de la carcajada y que no se toma a la ligera un material de partida que idolatran. Demos las gracias a estos ases del humor por regalarnos este musical a todo color sobre la importancia de los pequeños detalles.