Que los efectos digitales se estaban cargando el cine es algo que llevábamos años comentando, pero nunca hasta ahora habíamos sido golpeados tan duramente. La leyenda Rick Baker anuncia su retirada y la subasta de varias de sus genialidades.
Baker es un icono, un genio irrepetible que provocó que la Academia de Hollywood tuviera que crear el apartado de Oscar a mejor maquillaje después de comprobar que un hombre puede transformarse en lobo en la divertida -aunque no lo parezca- Un hombre lobo americano en Londres, tres minutos de sudores fríos que ni siquiera estarían al alcance de Denzel Wasshington en apuros.
Baker argumenta que los tiempos han cambiado demasiado para continuar trabajando como le gusta, ya que ahora las producciones lo quieren todo rápido y lo más barato posible, algo incompatible con el amor por lo artesanal y el exquisito gusto por el detalle de un tipo que lleva más de cuarenta años provocando escalofríos a los espectadores de todo el mundo.
Desde aquí sólo nos queda seguir llorando el escaso trabajo de los grandes, como John Landis o Joe Dante, directores que también contaron con los servicios de Baker y que tampoco han sabido, o no han querido, adaptarse a los nuevos tiempos.
Es imposible hacer una lista de trabajos favoritos en una carrera como la suya, pero si ahora tuviera que elegir mis cinco Bakerazos favoritos diría que…
- Un hombre lobo americano en Londres (John Landis, 1981)
Mi madre me llevó al cine cuando yo apenas tenía siete u ocho años y me quedé así para siempre. Luego tardaría en comprender las razones por las que en mi casa me prohibieron ver La cosa hasta mucho años más tarde.
- El príncipe de Zamunda (John Landis, 1988)
Una comedia y otra vez Landis como jefe de obra. Cuando logras que entre dos actores se repartan ocho roles y además no te das cuenta, es que alguien hace muy bien su trabajo, ¿no crees?
Rocketeer (Joe Johnston, 1991)
Una de mis debilidades es la adaptación del precioso universo creado por Dave Stevens, donde Baker puso piel a Lothar, un esbirro que nos dejó boquiabiertos de jovencitos.
- Ed Wood (Tim Burton, 1994)
La obra maestra de Tim Burton, o al menos la que más disfruto cada vez que vuelvo a visitar los sets de grabación y los rodajes sin permiso de la cuadrilla más freak de la historia del cine americano. Bela Lugosi ya no existía, así que Baker se puso manos a la obra.
- Tropic Thunder (Ben Stiller, 2008)
Regreso a uno de los retos favoritos del maestro: cambiar el color de piel de un actor popular. Varias veces. En este caso, a Tony Stark -no me ha traicionado el subconsciente, no. Ese señor es Tony Stark- y, de paso, desparramar algunas vísceras por la jungla.
- Mención especial: Gremlins 2 (Joe Dante, 1990)
Justo cuando pensábamos que volveríamos al pequeño pueblo de la original -bendita falta de información y ausencia de internet-, Dante y compañía nos meten en la ciudad de los rascacielos y Baker abre la puerta de la granja de criaturas, dejando salir a docenas de criaturas a cual más loca. ¿Sabes por qué no se rodó Gremlins 3? Porque ahora sería una basura digital.
Gracias por educarnos, profesor.
Última actualización: 14/05/2020