Cómo defender a un asesino Temporada 1 Capítulo 13 Recap: Mama’s Here Now

Atento todo el mundo porque esta semana la serie Cómo defender a un asesino da una vuelta de tuerca más a su trama y, en un giro importante de los acontecimientos, quien parecía culpable ahora no, y quién parecía que no, nada, porque está muerto. Recomendable la lectura del recap del episodio anterior; este capítulo cambia por completo cualquier idea sobre la historia que pudiésemos tener en mente. ¡Alerta spoiler!

La semana pasada nos quedábamos a cuadros cuando Annalise terminaba echando la culpa a Nate del asesinato de Sam. Como es de esperar, usando las malas artes del anillo y a un Frank entregadísimo a la causa, Nate va para adelante y ya está en prisión. Al menos, a espera de juicio. Tomar esa decisión sumió a la abogada en un fuerte sentimiento de culpa que la ha tenido en cama desde entonces. En un alarde de valentía, pidió ayuda por teléfono a su madre, Ophelia (Cicely Tyson).

La llegada de la anciana pone patas arriba todo lo que sabemos acerca de Annalise; una señora que nunca había pisado esa casa y tiene que presentarse ante Bonnie y Frank, asegurando que es VIP. Claro que, a simple vista, la visita de Ophelia termina crispando un poco a Annalise. Queda patente que a la madre no le gustaba Sam, aunque la abogada solo reacciona cuando Ophelia se dispone a tirar la ropa de su difunto yerno.

La tensión entre ambas aumenta por momentos y Ophelia increpa a su hija que hasta se cambiase el nombre. Anna Mae es el que ella le puso. Pronto comienza a aparecer un pasado muy turbulento y nos enteramos de que, de joven, Annalise fue violada por su tío Clyde y Ophelia lo sabía. Eso hace enfurecer a Keating, que incluso lanza un vaso a estrellarse con la cocina. La mujer se excusa con que su tío está muerto y tuvo lo que se merecía, así como con una lista de mujeres de la familia que han sufrido abusos.

Annalise se da cuenta de que no ha sido buena idea pedir auxilio a su madre, con quien prácticamente tenía nulo contacto desde su boda con Sam. Ophelia le pregunta directamente en un momento donde Cicely, ciertamente, se sale de la pantalla: ¿Mataste a Sam? Hombre, como espectador es algo que veo poco probable, pero esto da muchas vueltas y en seguida lo leeréis. No, Annalise no. La abogada le pide finalmente a Ophelia que se marche, pero ella no lo hace y la situación parece normalizarse.

En una conversación madre-hija-peluquera, parece que la señora dejar caer que dejó arder la casa familiar con el tío Clyde dentro porque “a veces hay que hacer lo que hay que hacer”, exculpando a su hija si fuese verdad que es la asesina de Sam. La señora mató a su hermano, y su hija ha mandado a prisión a su amante policía como presunto asesino de su marido. Son dos mujeres de armas tomar.

Sea como sea, la presencia de Ophelia hace recuperar a Annalise, que termina asistiendo a una de las sesiones del juicio de Nate, donde se sorprende (como yo) al ver a Michaela. La joven se siente mal porque Nate es inocente y ojalá se levantase en pleno juicio y dijese que ha sido ella. Si en el episodio anterior veíamos una conversación interesante Connor-Annalise, hoy le toca a ella.

Michaela no puede dejar pasar esa injusticia, no solo Nate es inocente, sino que es negro. Black power. Pero Annalise la convence: tiene un plan y ella arreglará esto. Más le vale, porque es culpa suya. Pero nos queda una duda, ¿estaba Nate al tanto de esa –polémica- jugada de su amante? Sí. En una conversación entre ambos en una sala de interrogatorios queda patente que sí. Y que Annalise será su abogada, cómo no.

Una de las tramas más interesantes para muchos es la relación entre Connor y Oliver, que se basa simplemente en un “pues ahora yo no quiero” constante. Aunque eso parece a punto de cambiar. Con la excusa –de mentira- de que lleva un mes sin probar las drogas, Connor visita a su amante bandido con una botella de sidra en la mano. Porque si tienes una adicción qué mejor que coger otra para quitar la primera.

Pero parece que su relación avanza y Oliver necesita un paso, EL paso: conocer a sus amigos. Connor es rápido, el resto del Keating 5 no son sus amigos (ciertamente, es un hecho). Oliver piensa que se avergüenza de tener pareja/novio/lo que sean estos dos y, además, dice que siempre está con ellos así que sí que son sus amigos (ciertamente, otro hecho). Antes la sorpresa del público, Connor acepta. Tampoco tiene más opción.

Que Annalise estuviese todo el día metida en la cama suponía una cosa: Bonnie cogía las riendas del bufete. Y del nuevo caso. La pobre Bonnie, que junto a su crush Asher son los únicos que no estaban en el ajo del asesinato, se siente desplazada. El caso de la semana va de Jolene Samuels, una enfermera acusada de violar a uno de sus pacientes, el atractivo Chad Manning. Segura de que puede llevar el caso estilo Keating, pone a todo el mundo a trabajar.

Sin embargo, las cosas no empiezan bien. Jolene dice ser fea, lo dice ella misma, y por eso queda poco probable que el meneo Jolene-Chad fuese consentido. Tanto, que a la pobre Bonnie se le escapa e insta al jurado a declarar a su defendida culpable. Pero eso no es todo. Se enteran de que Manning es gay (y sin recurrir a meneo con Connor), así que lo hace saber al tribunal, que entonces la tacha de entrometida, pues qué tendrá que ver. Para colmo, la tal Jolene era asidua a una página donde contó su experiencia del meneo con Chad. Que siendo gay queda todavía menos probable que estuviese consciente.

El único que parece creer en Bonnie es Asher. Y le es de bastante ayuda, pues descubre que el tal Chad visitaba mucho ese hospital, pero no como paciente. Su visita preferida era al departamento legal del mismo, en concreto, visitaba a David Tucker. El abogado del hospital, presente en la sala, es descubierto por Bonnie como amante de Chad. Ambos compartían mails, fotos, cariños y planes de hacerle la púa a la pobre Jolene y huir con el dinero de la sentencia. Bonnie sale triunfante del juzgado y se dirige al parking a liarse con Asher. Porque la vida se rige por esos momentos, subidas y bajadas y alumnos que te beneficias.

Entre tanto asesino, caso, encubrimiento y hermanadelmuerto loca, necesitaba yo ver a esta gente pasando un rato agradable. La escena es genial. Wes, Laurel, Connor y Michaela en un sitio cool de morirse esperando a Oliver para su presentación oficial. Claro que antes Connor les informa de su mentirijilla con lo de su adicción, no vaya a caérsele el tinglado en un momento. Oliver aparece por arte de magia y la reacción de las chicas no puede gustarme más, tanta naturalidad, tanto saber estar y esa conversación.

La velada va tan bien que, al final, vemos a un Oliver que se ha pasado tanto con el agua con misterio que tiene que llevarle Connor hasta la cama. Pero no para el meneo al que el joven nos tiene acostumbrados después de 13 episodios. Sassy Connor cuida desinteresadamente de un Oliver que le dice que le quiere estando tan agustito. Y Connor sonríe porque seguro que él también y viva el amor.

Pero no todo esa noche es bonito, no. No podía serlo, claro. Si queréis algo bonito mejor enganchaos a, no sé, Modern Family. Rebecca, después de lo de Nate, tiene que volver a declarar ante la policía. Sí, os recomiendo releer los recaps porque yo ni me acordaba ya de que es Nate quien le da el pendrive famoso a la chica. El caso es que la relación con Wes va viento en popa hasta este momento. Porque ya que está en la policía acompañando a su novia, Wes se acerca a preguntar por el tal Rudy, que recordemos pasó por allí por culpa de la propia Rebecca, que llamó a la policía porque estaba muy nervioso.

Pues no. Rebecca miente como ha mentido siempre. Se llevaron a Rudy drogado perdido y, acabáramos, todo eso pasó la noche del asesinato de Lila. Obviamente, la cabecita de Wes empieza a trabajar. Está claro que la mentira existe, y eso no se puede dudar. ¿Pero por qué? La única solución es preguntarle a Rudy directamente, así que se dirige junto a Laurel (que prefiere no sacar conclusiones precipitadas) al psiquiátrico donde está el joven.

Por fin conocemos a Rudy, un chaval con la mirada más perdida que Punset en Gran Hermano. Y aquí empieza el drama. Cuando Wes le enseña al chico una foto de Rebecca y le pregunta qué pasó esa noche él solo contesta una cosa: wet. ¡WET! Para los del A1: mojado. ¡MOJADO! ¿Mojado cómo, no sé, un tanque de agua en el que encontraron a Lila muerta?

La cara de Wes cambia por completo. No puede ser. ¿Rebecca mató a Lila? ¿Él mató a Sam por nada? ¿Sam era inocente? ¿Nos quieren volver locos? Mientras, al final del capítulo, vemos a la propia Rebecca rastreando el móvil de su novio en el ordenador, hasta descubrir que se encuentra en el hospital, con Rudy. Y se deja caer en la silla. Como yo.

Yo no sé qué tendrá esta serie que siempre me hace lo mismo: cuando parece que tengo algo en claro, ZAS. Hay varias cosas que me gustaría apuntar. En primer lugar: Rebecca siempre sale duchándose en todos los episodios. Miradlo porque es verdad. Partiendo de ahí. ¿Ella mató a Lila? ¿Con ayuda de Sam? ¿Por eso tenía su móvil? ¿O quiso rescatarla?

Pero llegados a este punto, las cosas se complican. ¿Y si Bonnie mató a Lila con ayuda de Rebecca? No sé, por suponer ya… Yo sigo pensando que Bonnie tiene algo que ver, y me decepcionaría si no. Puede que ahora Rebecca tenga que matarnos a todos para salirse con la suya, quién sabe.

No lo he incluido arriba, pero Laurel le confiesa a Frank que sabe que lo del anillo es cosa suya. Sin duda, es la más inteligente del grupo y capta en seguida por dónde van las cosas. Ahora que está al tanto de lo de Rudy, ¿cómo actuará?

Y seamos claros: lo de Annalise defendiendo ahora a Nate ya es lo último. Primero defendió al novio de Lila y después a su amiga de droga Rebecca, a la que salvó inculpando a su marido Sam. Y, ahora, va a defender a su amante, culpable de matar a Sam, por idea suya. Oye mira, esto ya puede salir por donde quiera.

Puntuación: 9

Última actualización: 20/02/2015