Thelma es un relato envolvente y bien llevado que mezcla con habilidad la salida del armario de una adolescente criada en un ambiente cristiano integrista con un relato fantástico de fenómenos paranormales en un tono pausado, elegante y frío muy típico del cine de norte de Europa.
Thelma de Joachim Trier
Solo su distribuidora sabe si la fecha de estreno de Thelma en nuestro país, en vísperas de la Semana Santa, es una coincidencia o si han buscado el hueco más idóneo para un título en el que la religión tiene mucho peso y cuyo guión gira en torno al concepto de la bruja, situándose en la delgada línea que separa, o en este caso que une, el terror y la ciencia ficción; de hecho, fue proyectada recientemente en Madrid dentro de la muestra SYFY, aunque con unos ligeros retoques y cambiando el final podría haber entrado dentro del cine religioso. Se trata, en resumen, de uno de estos títulos para los que fue creada la etiqueta de cine fantástico, que sirve precisamente para englobar a las películas que rozan todos estos géneros sin poder encuadrarse estrictamente en ninguno. Igualmente, pese a hablar de un amor lésbico, la historia rehuye también los clichés del cine LGTBI, que sin obras como esta correría el riesgo de convertirse en un género propio.
Existen por lo tanto diferentes elementos de interés y posibles lecturas en Thelma para satisfacer a públicos muy variados, siempre y cuando no se les haga cuesta arriba el tono pausado y frío, típicamente escandinavo, del director Joachim Trier (El amor es más fuerte que las bombas) que logra aquí su trabajo más destacado hasta la fecha. Los espectadores poco interesados en lo fantástico pueden verla como un thriller psicológico sobre la inestabilidad emocional de una chica que se va viendo cada vez menos capaz de separar sus traumas y fantasías de la realidad, producto de una educación represiva en una familia cristiana integrista, un poco en la línea de El cisne negro, aunque con un estilo visual y narrativo se podría decir que opuesto. Por su parte, para quienes sean seguidores del género, el film puede ser un estupendo complemento a The Witch, una interesante propuesta de 2015 que realizaba una especie de relato deconstruido acerca del icono de la bruja en el terror, mostrando cómo surge el mito y en qué contexto social. Esta propuesta de Trier, muy diferente, como es lógico en un director hasta ahora ajeno al fantástico, sería más bien una más que correcta reescritura del mito en términos contemporáneos, intentando esquivar tanto la misoginia como el panfleto feminista como cualquier otro cliché.
En cualquiera de los dos casos, la película triunfa hábilmente en dos direcciones: la primera, llegar a los fans del cine fantástico y del cine LGTBI sin repeler al resto del público, algo que no demasiados títulos logran. La segunda, construir una narración a partir de arquetipos de terror, como la bruja y la adolescente con poderes, y, sin traicionarlos, salirse de caminos trillados. Además, con respecto a la anterior película de su autor, Thelma supone un avance considerable por su mayor solidez en cuanto a guión, estructura y tono.