Hay ciertos productos cinematográficos de gran calado entre el público, que en el fondo restan más que suman en todo lo que rodea a su género y su entorno, haciendo un daño indirecto del que hacen falta muchos años para poder recuperarse.
Ese fue el caso de la saga Crepúsculo, un buen resultado de taquilla, un reconocido fenómeno fan, pero unas películas enmascaradas como grandes producciones cinematográficas ocultando su verdadera realidad de productos de “directas al videoclub”.
Ese daño, esa generalización de entender Crepúsculo como un género en si mismo, daña la percepción de otras producciones que llegan a la gran pantalla cuya intención no es ni mucho menos la de igualar en su concepto a la saga crepuscular. Cazadores de Sombras, ciudad de Huesos, es uno de esos ejemplos, cine juvenil con algunos tintes adultos, presentando unas aventuras con una buena dosis de espectáculo cuya intención principal es la de divertir al espectador, sin mayores conjeturas que intentar representar en forma de imágenes otra saga literaria de importante éxito.
Pero a diferencia de Crepúsculo y derivados de menor índole, esta Ciudad de Hueso se encamina más a resultados mucho más decentes como Los Juegos del Hambre, dejando en un lado más modesto la sensiblería fácil y el dramón barato de novela de amor de tres a un euro. Harald Zwart se mueve con fluidez en esta producción de 60 millones de presupuesto y dos horas de duración, empezando pronto a descarrilar el ritmo de la acción, quitándole los frenos con holgura y dejando pasar el devenir de las situaciones de forma amena y funcional, sin grandes artificios o resultados de cine cinco estrellas, pero divirtiendo al espectador con espectacularidad, suspense, efectos especiales en su justa medida y de buen acabado y con un buen trabajo en el reparto joven del que dispone esta película encabezado por una fascinante Lily Collins.
Esta Ciudad de Hueso tiene una losa en sus espaldas, y es la clara intención de convertirla en una saga y de dotarle de continuidad, eso hace que pese al alto ritmo de la acción, los personajes no estén totalmente desarrollados, y vista la recaudación hasta la fecha puede que tengamos que leernos los libros para llegar hasta ello, a no ser que el mercado internacional o el del formato doméstico logren poner el parche. Una propuesta divertida, de cine palomitas, para todos los públicos y que se disfruta de principio a fin. Porque los jóvenes son un sector del público que merece la atención del respetable cinematográfico, y le deben propuestas con decencia como ésta.