Hollywood nos ofrece su penúltima historia ambientada en el Holocausto judío con la que, una vez más, un director de cine comercial pretende, y ha conseguido, elevar su estatus y abrirse hueco en las nominaciones a los Oscar. Jojo Rabbit es una comedia fallida en la que ni siquiera su estrella, Scarlett Johansson, sale del todo bien parada.
Jojo Rabbit de Taika Waititi
El sonsonete de que en España se hacen demasiadas películas sobre la guerra civil y la dictadura se ha convertido en un lugar común; sin embargo nadie se atreve a plantearse si se hacen demasiadas películas sobre la Segunda Guerra Mundial y en particular sobre el holocausto judío, aunque desde luego sean muchas más en número. Ante un título de intenciones claramente comerciales como Jojo Rabbit, no está de más poner sobre la mesa si aporta algo nuevo a la representación de un periodo de la historia que nos han contado ya muchas veces y bajo ópticas muy diversas, o si por el contrario se suma a lo que se ha constituido ya como un cliché al que recurrir cuando un director de trayectoria exitosa comercialmente pero de poco prestigio quiere abrirse las puertas de la Academia de Hollywood y de lo desde el mainstream se entiende por cine de calidad.
El Holocausto como cliché comercial
Está claro que no son obras como Lo que hacemos en las sombras o Thor: Ragnarok, los trabajos más conocidos hasta ahora del neozelandés Taika Waititi, las que ponen el nombre de un cineasta en boca del público y menos aún de la crítica; tanto los espectadores como la prensa especializada dan por hecho, normalmente con razón, que se trata de proyectos levantados por productores donde el director es una pieza fácilmente intercambiable a la que solo se pide sumisión a los requisitos del cine comercial y dirigir a los actores sin excesiva torpeza. Waititi parece haber seguido el camino de Peter Farrelly, el hasta el año pasado olvidado codirector de Algo pasa con Mary, que ahora tiene en su haber dos Oscar, a la mejor película y al mejor guión original, por la mediocrísima Green Book, gracias a acercarse siguiendo parámetros comerciales y trillados al cine de (supuesta) denuncia social, por supuesto con un reparto encabezado por una estrella de Hollywood en busca también de una nominación al Oscar.
En esta misma línea parece también ir Jojo Rabbit, cuyo guión consiste en un popurri de los grandes éxitos del Holocausto, desde El diario de Anna Frank, con la niña judía escondida en un cuarto secreto de una casa, hasta El tambor de hojalata, con un niño protagonista enloquecido cuyo sueño es formar parte de las juventudes hitlerianas, pasando por los relatos de la liberación donde se entremezclan víctimas y verdugos en medio del caos. El pastiche se sirve con un tono poco afortunado que intenta entremezclar la comedia surrealista con el melodrama. La comedia lacrimógena sobre el genocidio nazi está también ya inventada, siendo su mayor exponente La vida es bella, película probablemente discutible pero con una coherencia interna que aquí brilla por su ausencia: los momentos cómicos tienen muy poca gracia y los dramáticos suenan a déjà vu.
Jojo Rabbit es una dramedia que ni divierte ni emociona ni sirve de vehículo de lucimiento para su estrella, Scarlett Johansson, tanto por lo breve de las intervenciones de su personaje como por la no mucha relevancia del mismo. Si bien es cierto que muestra a Hitler de una manera novedosa, como fantasma cómico que se le aparece al niño protagonista, no siempre inédito es sinónimo de acertado. El lado positivo del film no va por lo tanto por ahí, sino por su excelente producción y factura técnica, que sugieren que Taika Waititi debería volver al cine de género sin mayores pretensiones.
Tráiler de Jojo Rabbit en Español