Biografía de Renate Müller
Renate Müller fue una actriz alemana nacida en Munich el 26 de abril de 1906. Antes de convertirse en actriz, Müller trabajó como secretaria en un despacho de abogados. En su tiempo libre, comenzó a hacer apariciones en el teatro local de su ciudad natal. En 1924, Müller fue contratada como actriz en el prestigioso Staatstheater am Gartnerplatz en Munich. Allí, su talento fue reconocido inmediatamente y fue aclamada por la crítica teatral.
En 1926, Müller fue descubierta por el director cinematográfico Joe May y se mudó a Berlín para comenzar su carrera en el cine. En su trabajo con May, Müller se destacó por su versatilidad y su habilidad para interpretar personajes diversos. En 1928, actuó en su primera película sonora, Der Sohn der weißen Berge.
A lo largo de los años 30, Müller se convirtió en una de las actrices más populares de la escena cinematográfica alemana. Fue aclamada por su papel en la película de 1930, Die Drei von der Tankstelle, en la que interpreta a una mujer que se enamora de un hombre rico y famoso. La película se convirtió en uno de los mayores éxitos de taquilla de la época y consolidó el estatus de Müller como una de las actrices más populares de Alemania.
Bajo el régimen nazi, Müller continuó actuando, pero también empezó a tener sospechas por su reputación de ser una judía y por sus actividades humanitarias aparentemente consideradas subversivas. Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, la vida de Müller empezó a complicarse y finalmente en 1940, decidió emigrar a Bruselas. En el exilio, intentó seguir con su carrera cinematográfica, pero tuvo un gran disgusto cuando se enteró de la repentina muerte de su amigo, el poeta y escritor alemán Erich Kästner.
Müller falleció trágicamente en Berlín el 7 de octubre de 1937, debido a complicaciones relacionadas con una fractura de cráneo que sufrió mientras rodaba una película. A pesar de una vida corta, la carrera de Müller en el cine alemán dejó un impacto duradero en la historia del cine. Sus actuaciones naturales y emocionales en las películas continúan impresionando a los espectadores más de 80 años después.