Biografía de To Mizoguchi
To Mizoguchi es uno de los actores más valorados del cine japonés, pero antes de dar sus primeros pasos en la actuación, su vida tuvo un recorrido interesante que explicaría su delicado enfoque de la interpretación. Nació en 1921, en Nara (Japón), en una familia de clase media que mantenía una estrecha relación con la cultura japonesa. A los 11 años, se trasladó a Tokio donde comenzó a llamarse "To" en lugar de "Hirosaku", su nombre de pila.
En Tokio, To Mizoguchi estudió filosofía y teología hasta que se vio obligado a suspender sus estudios por la Segunda Guerra Mundial. Entonces comenzó a trabajar en una fábrica, pero su labor no le impedía disfrutar del teatro y la ópera. De hecho, tomaría la decisión de convertirse en actor tras ver a la actriz Kinuyo Tanaka interpretar un papel importante. La actuación de Tanaka pareció conmover a To, convirtiéndole en su inspiración para seguir una carrera artística.
En 1945, To Mizoguchi se mudó a Kioto para unirse al estudio de arte de cine Shochiku y comenzar su carrera como actor. Allí tuvo la oportunidad de trabajar con cineastas de gran calidad como Yasujirō Ozu y Mikio Naruse, y desde entonces, nunca más abandonó la pantalla. Pero en lugar de perseguir su carrera en la industria del entretenimiento, To optó por trabajar en películas apasionantes e intelectuales que desafiaran al espectador. Sus interpretaciones se basaban en un profundo análisis del personaje y sus motivaciones.
A lo largo de su trayectoria en la industria del cine, trabajó en más de 100 películas, por ejemplo, Destino en la nieve (1954), Historia de mi vida (1955), Ciudades flotantes (1956), El hombre que dijo “no” (1963), La textura de la piel (1978), Aprender a perder la calma y dejar de preocuparse (1980) y Retrato de un maestro Zen (1982). Además, su talento no se sometió solamente a la actuación, sino también a ser crítico cinematográfico, escribiendo análisis y reflexiones sobre la película que consideraba relevantes y excelentes.
La vida de To Mizoguchi se caracteriza por un profundo amor por la cultura y la humanidad. Esa pasión por el conocimiento le hizo tomar un camino inesperado en la actuación, alejándose del estereotipo de actor vanidoso e impetuoso. Su influencia en la industria cinematográfica y en la cultura japonesa en general sigue viva, invadiendo las salas de cine y las bibliotecas con su legado cultural debido a sus vastas contribuciones al cine japonés.