Biografía de Natalia Makarova
Natalia Makarova nació el 21 de noviembre de 1940 en Leningrado, la actual San Petersburgo, en la Unión Soviética. Desde niña, Makarova demostró un gran talento para el ballet, y comenzó a estudiar en la Escuela de Ballet del Teatro Kirov de Leningrado a los 10 años de edad. Allí, tuvo la oportunidad de trabajar con algunos de los mejores profesores de ballet del mundo.
En 1958, a los 18 años de edad, Makarova se unió al Ballet Kirov, donde rápidamente se destacó como una de las bailarinas más talentosas de la compañía. Ganó el Premio Laurence Olivier en 1985 por su papel principal en "Giselle" y en 1988 se convirtió en la primera bailarina soviética en recibir la Orden del Imperio Británico.
Durante su tiempo en el Ballet Kirov, Makarova se hizo famosa por sus interpretaciones de roles clásicos como el cisne de "El lago de los cisnes" y Giselle en "Giselle". También fue un gran éxito cuando interpretó la obra "La Bayadera", que la catapultó a la fama.
En 1970, después de una serie de enfrentamientos con las autoridades soviéticas, Makarova decidió desertar de Rusia y buscar asilo en Occidente. Después de viajar por Europa, finalmente se estableció en los Estados Unidos, donde comenzó a trabajar con el American Ballet Theatre en Nueva York. Allí, Makarova se convirtió en una figura aún más destacada en el mundo del ballet, y rápidamente ganó popularidad por sus excepcionales habilidades como bailarina y su impresionante técnica.
Durante su carrera, Makarova se presentó en teatros de todo el mundo, incluyendo el Royal Opera House de Londres y el Teatro Bolshoi de Moscú. También fue galardonada con muchos premios, incluyendo el Premio Nacional de Danza en 1989 y la Medalla de Oro del Premio del Kennedy Center Memorial en 2000.
Hoy en día, Natalia Makarova es considerada una de las bailarinas más grandes y famosas de todos los tiempos. A través de su trabajo duro y dedicación, ha llevado el mundo del ballet a nuevas alturas, y ha cambiado la forma en que la gente ve y entiende la danza clásica. Con su elegancia, técnica y presencia en el escenario, Makarova ha demostrado que el ballet es realmente un arte muy valioso y hermoso.
