Biografía de Margot Fonteyn
Margot Fonteyn, originalmente conocida como Margaret Hookham, nació el 18 de mayo de 1919 en Reigate, Inglaterra. Desde muy joven, Fonteyn demostró un gran interés por la danza, y sus padres la apoyaron en su pasión desde el principio. A la edad de cuatro años comenzó a tomar clases de danza clásica, y rápidamente se destacó por su habilidad natural y su fluidez en el movimiento.
A los 14 años, Fonteyn ingresó a la Royal Ballet School de Londres, donde tuvo la oportunidad de estudiar bajo la tutela de algunos de los más grandes maestros de la danza clásica de la época. Su talento y dedicación se hicieron evidentes muy pronto, y a la edad de 16 años, fue seleccionada para unirse al Ballet de Vic-Wells, que más tarde se convertiría en el Royal Ballet.
Durante los siguientes años, Margot Fonteyn se estableció como una de las principales bailarinas del mundo, gracias a su gracia, elegancia y técnica impecable. A lo largo de su carrera, interpretó algunos de los roles más icónicos de la danza clásica, como Giselle, La Bella Durmiente, Romeo y Julieta, y El Lago de los Cisnes. En 1956, se convirtió en la primera bailarina principal del Royal Ballet, un papel que desempeñó con gran éxito durante muchos años.
En 1955, Fonteyn conoció al famoso bailarín ruso Rudolf Nureyev, y juntos crearon una de las parejas de baile más memorables de la historia. A pesar de que la diferencia de edad entre ellos era de más de 20 años, su química en el escenario era innegable, y su colaboración les llevó a muchas actuaciones aclamadas en todo el mundo. Fonteyn continuó actuando hasta bien entrada su década de los 60, a pesar de los problemas de salud que la aquejaron en sus últimos años.
Después de retirarse de la danza, Margot Fonteyn se dedicó a apoyar a jóvenes bailarines que seguían sus pasos. Fue nombrada rectora de la Universidad de Durham en 1977, un papel que desempeñó con distinción hasta su muerte en 1991. A pesar de haber fallecido hace casi 30 años, su legado en la danza clásica sigue siendo inmenso, y su influencia se extiende a generaciones futuras de bailarines.