Biografía de Kehinde Wiley
Kehinde Wiley es uno de los artistas contemporáneos más destacados en la escena mundial. Nació en 1977 en Los Ángeles, California, y creció en una familia de clase trabajadora en un vecindario de South Central LA. Aunque desde temprana edad mostró inclinación por el dibujo y la pintura, sus primeros años de vida no fueron fáciles debido a la violencia y el desempleo en la zona en la que creció.
Con el apoyo de su madre, Wiley comenzó a tomar clases de arte en su adolescencia y, más tarde, estudió arte en la Universidad de San Francisco. Durante su formación, Wiley aprendió técnicas clásicas de pintura y dibujo, y se sintió atraído por el estilo de la pintura europea del siglo XIX, especialmente por obras de maestros como Goya, Velázquez y Ingres.
Después de graduarse de la universidad, Wiley se trasladó a Nueva York para continuar con sus estudios de arte en la Escuela de Arte de Yale, donde recibió una beca para estudiar en Senegal. En este viaje, Wiley descubrió una nueva influencia para su arte: la estética africana y el simbolismo que se encuentra en la cultura y la iconografía del continente.
Fue durante este tiempo que Wiley comenzó a desarrollar su estilo característico, que fusiona elementos del retrato clásico con patrones geométricos y vibrantes colores africanos y de la diáspora negra. Este enfoque radical es una respuesta a la dificultad que Wiley encontró al intentar encontrar personas con un trasfondo étnico diverso en los retratos clásicos europeos, y cómo enfrentar las narrativas coloniales a través de su arte.
En resumen, la vida de Kehinde Wiley antes de convertirse en artista fue difícil, pero a pesar de los obstáculos, encontró su camino y dedicó su vida a las artes. Su estilo distintivo y su enfoque innovador han llevado a una serie de exposiciones importantes y reconocimientos internacionales, incluido el retrato oficial del expresidente Barack Obama. La obra de Wiley sigue siendo una importante reflexión sobre la política de representación y el legado cultural, y establece una conversación fructífera sobre la búsqueda de la identidad y la justicia en el arte.