Las mejores películas clásicas que puedes ver en Netflix España
Repasamos las mejores películas de cine del siglo XX que ofrece a día de hoy la plataforma de streaming Netflix España. Aunque entre la oferta de esta última predominan las series más actuales, algunos títulos básicos de grandes directores como Scorsese, Coppola, Kubrick, Tarantino o Almodóvar tienen también su hueco.
Películas clásicas que puedes ver en el catálogo actual 2020 de Netflix España
Para ser sinceros, las películas clásicas no son el plato fuerte de Netflix, cuya oferta se centra en las series y en las últimas tendencias, y quien quiera adquirir un cierto conocimiento del cine del siglo pasado necesitará recurrir a otras fuentes. No obstante, eso no quiere decir que la plataforma no pueda servir de acercamiento a algunas joyas, que podríamos considerar “de primer curso de cinefilia“, para dárselas a conocer a las nuevas generaciones o para ser disfrutadas de nuevo por quienes ya las conocen.
El cine no norteamericano, o el anterior a 1980, casi brillan por su ausencia; el acercamiento de Netflix al cine clásico se hace desde una óptica que podríamos calificar de claramente comercial, pero también de muy inteligente. Han apostado sobre seguro comprando los derechos de emisión de una serie de títulos emblemáticos de prestigio y del gusto de casi todos, que son los que vamos a ver a continuación, y complementándola con nostalgia, es decir, taquillazos infantiles o juveniles de los años 80 y alrededores (Grease, Todo en un día, Indiana Jones y la última cruzada, Jurassic Park, Los cazafantasmas, …).
CINE CLÁSICO IMPRESCINDIBLE DE NETFLIX (ORDEN CRONOLÓGICO)
Desayuno con diamantes (Blake Edwards, 1961)
Uno de los títulos más antiguos de la oferta de Netflix es esta adaptación del gran escritor Truman Capote que contiene una de las escenas más icónicas del cine: Audrey Hepburn desayunando un croissant con un vestido de noche frente a la joyería Tiffany & Co.
Otros de los muchos encantos de la película son el mostrar un Manhattan bohemio que ya no existe, en cuyo centro unos buscavidas de poca monta podían permitirse alquilar un apartamento, la sinergia entre el tono sarcástico y agridulce del relato de Capote y el color casi pop y las pinceladas de disparate que aporta Blake Edwards, el director de la saga de La pantera rosa, y el desarrollar una comedia romántica a partir de personajes que viven en la cuerda floja entre el glamour y la prostitución, algo muy avanzado para una época en la que la censura estaba todavía al acecho. La guinda, la música del genio Henry Mancini.
El padrino (Francis Ford Coppola, 1972)
En los años 70 unos cuantos nuevos directores jóvenes, grandes amantes del cine, combinaron su ambición por dominar la industria y llegar a las masas con su fascinación por los autores europeos, propia de la minoría cinéfila a la que pertenecían; ello fue posible gracias a la capacidad de riesgo de los grandes estudios en esa época, dispuestos a poner en manos de chavales que venían de la serie B proyectos de cierta envergadura y apostar por ellos.
El primero en asaltar los cielos y dar la campanada fue Francis Ford Coppola; su forma de contar la historia de una familia de mafiosos, mezclando la tragedia clásica con el retrato psicológico del cine europeo y con la violencia del cine de bajo presupuesto, lo convirtió en uno de los reyes del nuevo Hollywood. Netflix España ofrece la trilogia completa del El Padrino: el original, la continuación rodada poco después y la discutida secuela tardía llevada a cabo ya en 1990.
Tráiler de El Padrino
Blade Runner (Ridley Scott, 1982)
Uno de los grandes hitos de la ciencia ficción, que sacó al género de las secuelas e imitaciones de Star Wars que proliferaban a comienzos de los 80, dándole una dimensión más adulta e introduciéndose en la distopía y la reflexión sobre qué es lo que nos hace humanos, al plantear el conflicto planteado por robots de apariencia y tal vez de sentimientos iguales a los de los homo sapiens.
No funcionó en su día en taquilla pero no tardó muchos años en conseguir un estatus de culto y en hacer popular al autor de la novela en la que se inspira, Philip K. Dick.
El precio del poder (Brian de Palma, 1983)
Brian de Palma pertenece a la misma generación que Coppola o Scorsese, pero su gusto por el terror manierista italiano y por reinterpretar clásicos de Hitchcock desde una perspectiva demente, como en Fascinación o Vestida para matar, le hicieron más difícil entrar en el mainstream del prestigio hasta que decidió apostar sobre seguro con una historia de gangsters como las que hicieron triunfar a sus compañeros.
Acertó de pleno con este remake de Scarface, un clásico del gran Howard Hawks, uno de los nombres sagrados del viejo Hollywood, que llevó al terreno de la tragedia casi operística pero conteniendo las estridencias a las que De Palma es tan aficionado. La película fue muy celebrada en su día, entre otras cosas por demostrar que Al Pacino seguía en la cumbre, por descubrir a una entonces joven promesa, Michelle Pfeiffer, y por la banda sonora electrónica de uno de los reyes del género, Giorgio Moroder, especialista en éxitos pop.
Mujeres al borde de un ataque de nervios (Pedro Almodóvar, 1987)
Prácticamente todo el cine de Almodóvar está disponible en Netflix, incluyendo su obra maestra de los 80, cuyo perfecto guión mezcla la alta comedia hollywoodiense con el esperpento costumbrista propio de la casa. El manchego desarrolla una arquitectura dramática centrada en un personaje femenino fuerte que vive una situación emocional casi límite de la que la distraen los problemas de otras mujeres a las que no duda en prestar ayuda, un planteamiento que el director repetirá más tarde en Todo sobre mi madre o en Volver. Carmen Maura borda su personaje, una protagonista de melodrama rodeada de un sinnúmero de situaciones disparatadas y muy divertidas.
El mismísimo Billy Wilder, el rey de la comedia clásica, bendijo esta película y bautizó a Almodóvar como su heredero ante el público internacional, que ha seguido con atención todos sus estrenos desde entonces.
Tráiler de Mujeres al borde de un ataque de nervios
Uno de los nuestros (Martin Scorsese, 1990)
A falta de Taxi Driver, tal vez la película más emblemática de Scorsese, Netflix redondea su sucesión de clásicos gangsteriles con otro de los títulos más celebrados del director neoyorquino. Uno de los nuestros contaba la historia, no de un gran capo como El padrino o El precio del poder, sino de uno de sus esbirros.
A pesar de un guión que es poco más que una sucesión de excesos y de ajustes de cuentas y de un metraje exagerado, el film se convirtió en un clásico instantáneo para la cinefilia por el uso rompedor, virtuoso y lleno de creatividad de una enorme cantidad de recursos visuales. Montones de cineastas intentaron imitar este estilo, incluido el propio Scorsese, que se autoplagió con Casino.
Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994)
Netflix tiene predilección por los mafiosos; Tarantino actualizó el género siendo uno de los creadores de la deconstrucción narrativa en el cine, que en este caso consistiría en dejar al desnudo los elementos y los personajes de las películas que hemos comentado (El padrino, El precio del poder, Uno de los nuestros) y darles la vuelta o jugar con ellos en un cóctel que también incluye el cine experimental de Jean Luc Godard de los años 60.
Mientras la cultura católica y la familia forman parte de las obsesiones de Scorsese y Coppola, Tarantino, otro italoamericano pero de una generación posterior, ofrece un cine desideologizado y frívolo, vacío de contenido según sus detractores, pero lleno de diálogos que reflexionan sobre la cultura pop y de referencias cinéfilas.
Tráiler de Pulp Fiction
Eyes Wide Shut (Stanley Kubrick, 1999)
Cerramos nuestro repaso a las mejores películas que puedes ver hoy mismo en Netflix con otro clásico, Eyes Wide Shut. El maestro Kubrick se despidió del cine con la adaptación de Relato soñado, una novela corta de Arthur Schniztler, contemporáneo de Freud y muy influenciado por el psicoanálisis, sobre una pareja en crisis que, para mayor morbo, interpretaba el entonces matrimonio formado por Tom Cruise y Nicole Kidman.
La historia se sitúa dentro de la mente del personaje de Cruise, en una delgada línea entre la realidad y la fantasía, y está llena de un erotismo que Kubrick trata con su habitual frialdad y rigor geométrico, dotando a la narración de una simetría casi perfecta en la que cada escena de la primera mitad tiene su reflejo en la segunda.
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