Alien: informe. Repaso de toda la saga original de Alien

Prometheus aterrizó este fin de semana -con buenos resultados- y qué mejor momento para repasar la saga original de Alien, del director de Un buen año al director de Amelie.

Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979)

La bestia espacial cambió de título y Dan O’Bannon metió mano en un guión intimista -sin personajes, como Prometheus-, en una localización y que pretendía ser un “Tiburón en el espacio” Y vaya si lo consiguieron.

El guionista venía de rodar Dark Star con el maestro John Carpenter y necesitaba crear un alienígena más aterrador que la pelota de playa de la película del director de Halloween. El guionista había trabajado en Francia en una adaptación de Dune que al final no llegó a buen puerto, pero allí conoció a Moebius y a Giger, influencias de peso para “el bicho”.

Ridley Scott, un inglés que a sus cuarenta años había rodado una película de aventuras y bastante televisión, se encargaría de poner la dirección y el pulso a la película. El resultado, además de ofrecer una de las criaturas más míticas de la historia de la ciencia ficción y el terror, nos dejó a la teniente Ripley, a la coproración Weyland-Yutani  y, sobre todo, una secuencia brutal inolvidable en la indigestión del personaje de John Hurt.

Tráiler de Alien: El octavo pasajero en Español

Aliens: El regreso (Aliens, 1986)

Siete años después, James Cameron aterriza en la franquicia. El canadiense venía de rodar otro hito del fantástico, Terminator, con Arnold Schwarzenegger, y, qué duda cabe, se trataba de la mejor opción posible.

Ripley es rescatada de su hipersueño por la corporación, que la envía con un equipo de marines a hacer limpieza a una colonia humana… en el planeta del huevo primigenio. A partir de ahí, ruido y furia, explosiones y recambios de munición constante. Personajes igual de planos que en la primera entrega y, eso sí, toda una masa enfurecida alienígena protegiendo a su reina, que se enfrentará -dos veces- con Ripley, hasta que la teniente decida que ya no necesita utilizar un traje espacial para abrir una compuerta al vacío.

Alien 3 (Alien 3, 1992)

William Gibson -Neuromante- fue invitado a abandonar la nave después de haber  presentado un proyecto que dejaba en coma a la productora ejecutiva Ripley y Fincher debutaba en el cine con un caos de proporciones épicas. Sin guión y con mil interferencias durante el rodaje, Fincher hizo lo que pudo para acabar renegando de su primera película. Ni el montaje extendido -en el que nada tuvo que ver el director-, la película apenas recaudó los cincuenta millones de su presupuesto en Estados Unidos, y aunque la recaudación mundial triplicó el presupuesto, la película es un fiasco y la más pobre de la saga.

Fea, con interpretaciones vulgares y unos acompañantes que parecían el mismo todo el rato, el plan final para terminar con la criatura -de nuevo, un alienígena en lugar de cientos-, incide en la improvisación, más o menos como el propio rodaje. Hay quien quiere ver en la tercera entrega una obra maestra. Allá ellos.

Alien Resurrección (Alien: resurrection)

En 1997 Álex de la Iglesia estuvo a punto de ser el encargado de rodar el guión de Joss Whedon -nunca quedó satisfecho del resultado final-, pero sería un francés que apenas hablaba inglés, Jean-Pierre Jeunet, el que se desprendería de su colega Marc Caro, con quien había rodado Delicatessen y La ciudad de los niños perdidos, para insuflar vida y color a una saga en proceso de agotamiento.

Aventuras, coñas marineras y los aliens más molones de las cuatro películas dieron como resultado un film de aventuras cómicas que rompía con la oscuridad y la gravedad dominantes y que fue brutalmente incomprendida. Un ejemplo perfecto de la comicidad y desmitificacíon de la saga Alien era el comienzo alternativo que no se atrevieron a editar en la versión final, donde lo que parece ser un xenomorfo termina siendo una mosca que termina incrustada en el cristal de una nave, o el final inédito, donde la nave de los protagonistas aterriza en la Tierra, totalmente devastada.

Ah, ahora Ripley es un clon que comparte ADN con las criaturas y que acompañará a una banda de mercenarios que parecen salidos de Firefly. Probablemente sea la más entrañable de las cuatro y una película que merece ser reivindicada. Fue un fracaso y el punto final a una saga que se dividiría en las historias que enfrentaban a los xenomorfos con los predadores de la película de John McTiernan en un par de películas irregulares pero muy entretenidas, sobre todo la segunda parte.

PD: Que sepamos, a día de hoy no existe una parodia porno oficial de la saga Alien.