Crítica de Marte (The Martian), God save Ridley Scott
Los seres humanos somos seres sociales (algunos más que otros), y como tales tenemos una tendencia natural a intentar agradar a nuestro entorno y también ha dejarnos influir por él. Es nuestro instinto natural para formar parte de la manada, para sentirnos protegidos. Nos servía hace 100.000 años para no ser expulsados de nuestro grupo o para obtener ayuda en las tareas de caza. Y por supuesto, en último término (pero el más importante), para procrear.
Si nos circunscribimos al mundo del cine, de los cinéfilos, o de los aficionados a ver películas para quitarle la pátina pedante que pueda tener el termino cinéfilo, la tendencia del ser humano a ser un ser sociable, a ser aceptado por el resto de la tribu que ve cine, es la única explicación que se me ocurre para entender algunos fenómenos que observo con cierta perplejidad. Por ejemplo, es común defenestrar a Mel Gibson desde hace unos años cuando en los 80 y 90 era uno de los actores de Hollywood más queridos. También es moneda común decir que Nicolas Cage es un chiste en sí mismo. O para centrarnos en Marte (The Martian), desde hace un lustro uno está en peligro de que le marginen del grupo o de que le quiten el carnet de cinéfilo, si no repite alto, claro y con convicción un dogma que podría resumirse así: “Ridley Scott esta acabado desde hace años, el bueno de los Scott era su hermano Tony”.
No voy a criticar al tristemente fallecido Tony Scott, yo también creo que tiene algunos títulos memorables en su filmografía como Amor a quemarropa (True Romance) o Marea Roja (Crimson Tide), tampoco voy a cebarme con los que no saben darse cuenta de que Nicolas Cage no es un chiste en sí mismo sino un género en sí mismo (cuánto daño le ha hecho en España el doblaje al bueno de Nic), ni siquiera me voy a extender en defender el poderío como cineasta de Mel Gibson tanto delante como detrás de las cámaras (se defiende él solo), pero por donde desde luego no voy a pasar es por admitir sin más que Ridley Scott está acabado desde hace años, que poco menos que no hace nada digno de unánime elogio desde los tiempos de Blade Runner.
Vamos a ver, señoras y señores, chicas y chicos, niñas y niños, Ridley Scott es uno de los diez mejores cineastas vivos de Hollywood, y repasando su obra como director podría contar con los dedos de una mano las películas de su filmografía que no son obras maestras (o casi). Así que cuando hablemos de Sir Ridley Scott pongámonos de pie y pensemos un poquito antes de ningunearle.
En el caso de Marte (The Martian), nos encontramos ante uno de los filmes más vigorosos, bien filmados y trepidantes vistos desde… Interstellar, con la que comparte muchos puntos en común a nivel estilístico.
Marte tiene los primeros cinco y últimos 25 minutos más trepidantes y emocionantes vistos en una gran pantalla desde… sí, Interestellar. Y entre medias de ese inicio y final, 115´ plenos de buen cine, del mejor cine, del que combina lo explicativo con lo expositivo, con un Matt Damon que demuestra nuevamente ser probablemente el mejor actor de su generación una vez desaparecido Philip Seymour Hoffman.
¿Puede acusarse a Marte (The Martian) de ser demasiado “lenta”?, al margen de odiar “lento” para definir el ritmo de un filme, sí, puedo admitir que Scott se toma su tiempo en exponer la odisea que ese remedo de Robinson Crusoe vive para intentar sobrevivir en el planeta rojo, pero donde otros ven un pero yo veo una de las mayores virtudes de la película. Ridley Scott consigue que sigamos con el mismo y acelerado pulso una secuencia en la que el personaje interpretado por Matt Damon se protege de una tormenta marciana, como otra en la que está intentando cultivar una patata. Y esto, no está al alcance de muchos cineastas.
La novela de Andy Weir en la que se basa The Martian destaca por su verosimilitud y minuciosidad científica, tiene algo del estilo de Julio Verne mezclado con ciertas dosis de humor, que sirven de válvula de escape de la tensión que debe suponer quedarse solo en Marte tanto para el personaje protagonista, como para el lector que sigue su odisea. Scott ha sabido trasladar este tono fielmente a la gran pantalla apoyándose por una parte en la vis cómica de Matt Damon, y por otro en una inteligente, nostálgica y divertida selección musical con temas que van desde el Turn the beat around de Vicki Sue Robinson al Hot Stuff de Donna Summer, pasando por la soberbia Starman de David Bowie (que acompaña a una de las secuencias mejor montadas del filme).
Ridley Scott ha sabido filmar con Marte (The Martian) una superproducción al estilo más canónico del cine mainstream hollywoodiense, con un reparto en el que acompañan a Damon una pléyade de reconocidos intérpretes como Jessica Chastain, Chiwetel Ejiofor o un renacido, gracias a Aaron Sorkin y su labor en The Newsroom, Jeff Daniels. Una película que puede emparentarse, si uno se queda en la superficie, con Gravity, pero que supera con creces al oscarizado filme de Alfonso Cuaron.
Pero sobre todo, Scott ha tenido la inteligencia de rodar una película que puede gustar y atrapar tanto al espectador más ignoto en materia científica y aeroespacial, como al profesor de física aplicada de una facultad de ciencias. Tanto al espectador de blockbuster de refresco y palomitas, como al gafapasta de filmoteca. Y eso, admitámoslo, no debe ser fácil. Y eso, admitámoslo, solo esta al alcance de alguien que domina su oficio de director. Y es que Ridley Scott, admitámoslo, es a pesar de lo que digan algunos un maestro y Marte, una casi obra maestra.
Y digo casi porque si he de ponerle alguna pega a la película es el score de Harry Gregson-Williams, carente de la emoción y el empuje necesarios. Es lo que pasa cuando utilizas a uno de los discípulos de Hans Zimmer, que obtienes una banda sonora “Zimmeriana” pero de marca blanca, y no la obra maestra (casi música sacra) que el alemán compuso para Interestellar.
A pesar de este detalle, molesto para un aficionado a la música de cine como yo, Marte (The Martian) es desde ya y por derecho propio una de las mejores películas de este 2015 y es vuestra obligación, como cinéfilos, gente que ve películas, seres sociales o incluso asociales, ir a verla al cine cuando se estrene el 16 de octubre. God save Ridley Scott.
4.5 / 5