Crítica de Jersey Boys
Western, intriga, drama, thriller, romance… ¿en cuántos géneros se lo ha visto lucirse al consagrado Clint Eastwood con diversos y solventes trabajos a su cargo, detrás de la cámara?
El octogenario director de obras maestras tales como Mystic River, por citar un ejemplo, vuelve a demostrar que no le tiembla el pulso al concebir, aquí en Jersey Boys, una prolija y admirable proyección. Ya nos había enseñado también sus virtudes para volcarse a relatos biográficos como en Invictus y en J. Edgar. En esta oportunidad ahonda en el mismo trabajo pero añadiéndole un elemento musical que se va alternando en diferentes pasajes de las más de dos horas y media de duración del film. Para seguidores de Clint, esta nueva entrega representa una cita obligada, ideal para disfrutar en el cine y así dejarse llevar por el aporte no sólo de lo visual, sino además de lo sonoro asociado a las melodías que se van exponiendo.
La elección de quienes cumplen el rol de ser los encargados de encarnar a los integrantes del grupo The Four Seasons acaba siendo acertada, pese a tratarse de caras no tan conocidas dentro de la industria cinematográfica. Con una cantidad mucho más acotada de apariciones pero con el porte necesario para generar empatía con el espectador nos encontramos con Christopher Walken en el papel de un mafioso sumamente respetado. Inclusive en las interpretaciones el producto suma unos puntos extra: Vincent Piazza se luce y convence haciendo de Tommy DeVito, un muchacho que además de pertenecer al conjunto de músicos, suele tener tropezones por sus constantes acciones y maniobras por afuera de lo que permite la ley. El otro pilar está construido desde la labor de John Lloyd Young (de la serie Glee), personificando a Frankie Valli.
Jersey Boys adquiere fuerza visual gracias a una impecable ambientación y a una puesta en escena cuidadosa. Narra la historia de la banda llamada The Four Seasons, afamada por éxitos como ‘Can’t take my eyes off you’, por ejemplo. Frankie Valli, el vocalista, se va tornando la figura central, dado que se profundiza sobre su vida y sus tratos, fluidos, con la mafia. John Lloyd Young lo hace realmente bien y sorprende cada vez que le toca entonar una canción, con un registro de voz tan agudo y afinado como poco común.
La película exhibe valores, códigos y las consecuencias de determinadas relaciones de trabajo entre miembros de un cuarteto en el que, ante el triunfo y la popularidad, pueden aflorar disputas y controversias diversas. A Vincent Piazza le toca exteriorizar el lado indisciplinado y desmedido, aportando de ese modo un poco de nervio y riesgo a los acontecimientos. Quizás cuando se fuerza el drama es en los momentos en que la cuestión se vuelve menos llevadera.
Salir del vecindario en donde priman inmigrantes italianos y dentro del cual se han criado es uno de los objetivos que se plantean a sí mismos estos muchachos. De hecho, nos lo cuentan observando a la cámara en un recurso que Clint Eastwood maneja aquí de gran forma, haciéndonos recordar a Ray Liotta en Goodfellas, y no sólo por este detalle sino también por el ghetto, la mafia y toda esa aclimatación en la que se nos mete cálidamente.
En resumen, Jersey Boys resulta una muy buena propuesta que bajo la manga de tamaño realizador obtiene un status y una calidad superior, por todo lo que este es capaz de imprimirle. Musicalmente contagiosa, la biografía es poseedora de una descripción amena y agradable de visionar. Puede que peque de alargarse en extensión, pero, con todo, satisface dejando un encantador sabor.
4 / 5