Análisis Walking Dead Temporada 4 capítulo 7 “Peso Muerto”
Llega el turno de analizar en su profundidad (habrá spoilers) uno de los capítulos clave de la cuarta temporada de The Walking Dead, “Peso Muerto”. Penúltimo capítulo antes de dar carpetazo a la primera parte de esta sesión y donde tened por seguro que pasarán cosas muy importantes, como dijo el propio Andrew Lincoln, “dolorosas”, para el devenir y trascurso de la serie. Os avisamos desde ya, que estamos ante uno de los mejores capítulos visto hasta ahora, con mucha tensión, sorpresas y un impactante final, por lo que si no lo habéis visto aún no perdáis ni un segundo, visionadlo, disfrutadlo y luego compartid con nosotros vuestras opiniones y valoraciones.
El nombre de este episodio “Peso Muerto”, parece indicar el nuevo devenir del Gobernador (David Morrissey) en esta nueva temporada y en lo que puede llegar a convertirse para el nuevo grupo que le acogerá. Según lo visto en “Cebo Vivo”, su personalidad se mostraba más templada, arrepentida y quizás con miras en dar un giro radical a sus actos y transformarse en una nueva persona. Pero este villano que se hizo dueño y señor de la serie en su tercera temporada, no ha dicho aún su última palabra y aquí vuelve a sorprendernos. Una vez más el Gobernador se muestra como una Caja de Pandora, causando el caos allá donde va. Lo último que vimos de él fue su nuevo encuentro con su anterior lugarteniente Martínez (José Pablo Cantillo), tras caer en una fosa infectada de zombis. ¿Será capaz, quien se hace llamar ahora Brian, de aceptar un rol secundario dentro de un nuevo grupo de supervivientes?
Philip (el Gobernador) es sacado del foso junto a la pequeña Megan por Martínez. Una vez arriba verá que su lugarteniente en Woodbury ha formado un nuevo grupo de supervivientes que le dejan las cosas muy claras desde un primer momento. Ahora sólo será uno más, no volverá a ser el líder y las personas que le acompañan, Megan, Tara y Lilly tendrán que aportar para formar parte del equipo. No se admite lastre, aquel o aquella que suponga un problema o una carga será expulsado inmediatamente. Philip sin otra opción tendrá que aceptar el acuerdo.
Lo siguiente que veremos será al Gobernador de nuevo en su faceta más paternal, volviendo a jugar al ajedrez con Megan mientras que él mismo se encarga de secar y tender la ropa, desde luego algo impensable de ver hasta ahora con un villano de este calibre o calaña. La pequeña muestra su inocencia preguntando a Philip por la maldad de las personas, cuestionándose si ella misma era mala, a lo que él le responde con un rotundo no. Ante la segunda pregunta de ella de ¿Todos somos buenos? El Gobernador guarda silencio y se vuelve, incapaz de responder y entrando en uno de esos trances pensativos tan típicos en este personaje y a la vez tan amenazantes.
Posteriormente les veremos convivir en una serie de caravanas en las que Philip no parece demasiado a gusto, con problemas de goteras y espacios estrechos. Aunque de momento parece la mejor y única opción para que sus protegidas se sientan seguras. Desde luego eso parece ser lo único que le mueve en estos momentos, su nueva motivación tras caer en estado de shock posteriormente a la debacle de Woodbury, su sentimiento paternal.
Parte del nuevo grupo encabezado por Martínez y seguido por el que ahora llaman con desprecio como “Brian el Tuerto”, partirá en busca de nuevas provisiones hacia una cabaña cercana. Durante el camino se encontrarán con inquietantes mensajes apostados en carteles sobre cuerpos con la cabeza cortada. “Mentiroso”, “Violador” o “Asesino” serán las palabras que les darán la bienvenida al enclave que buscan. ¿Serán mensajes dejados por Michonne haciendo alusión al Gobernador?
Una vez dentro, la cabaña parece esconder algo. El amenazador eco de algunos ruidos que parecen provenir de los temidos caminantes pone en alerta a Martínez y compañía, invitando a Philip a que sea el primero en entrar. Pistola en mano, el Gobernador se adentrará en la vivienda pero los zombis sorprenderán a los otros miembros del grupo por sus espaldas y será la rápida y absolutamente feroz ayuda y respuesta de Philip la que les salve la vida.
No será esta la última amenaza con la que se encontrarán ya que alrededor del suelo de madera se toparán con varias cabezas de muertos vivientes que aún harán ademán de morder, recordándonos a las que el Gobernador guardaba en su horrenda pecera en Woodbury.Tras esto, asegurar el enclave y encontrar una buena cantidad de valiosas provisiones, brindarán al ritmo de unas cervezas por el éxito cosechado. “Brian el Tuerto” comenzará a ser respetado y visto de otra manera desde este momento.
Lo siguiente que veremos será una nueva muestra de que todo parece ir bien en el terreno de caravanas donde este grupo de supervivientes vive su día a día. Megan, Tara y Lilly comen en una mesa al aire libre junto a Martínez y a Philip pero la conversación comenzada por el primero, relativa a la anterior vida de ambos en Woodbury parece incomodar al Gobernador, que acelera la comida recogiendo todos los platos y dando por concluido el “alegre” almuerzo. Poco después, cuando todos están ya de nuevo en sus respectivas caravanas, Martínez llamará a Philip y le invitará a recordar viejos tiempos con una partida de golf improvisada desde el techo de uno de los vehículos.
En dicha partida y con muchas cervezas de por medio, Martínez sacará a la luz el fatal destinó que corrió Shumpert (Travis Love), otro de los hombres fuertes del ejército de Woodbury, el cual parece que también perdió la cabeza y murió a manos de los zombis y del propio Martínez. Poco después de esto el Gobernador sorprenderá a un muy borracho Martínez con un certero golpe con su palo de golf en la cabeza y que le dejará bastante anonadado. Philip le arrastrará sin parar de repetir “no quiero hacerlo” hacia el foso de los muertos vivientes. Será aquí donde todo terminará para el anterior mayor hombre de confianza de Philip y donde comenzará a resurgir de sus cenizas el demonio que guía el camino sin remisión del Gobernador. Aunque pese a todo, parece que los remordimientos comienzan a hacerle mella y a ser consciente de sus malignos actos vista su reacción tras este asesinato a sangre fría.
Ahora un nuevo problema se plantea y no es otro que la elección de un nuevo líder. Uno de los secuaces de Martínez, Pete (Enver Gjokaj) se autoproclamará como cabecilla del grupo pero sólo de forma temporal y su primera decisión será la de volver a buscar nuevas provisiones acompañado de Philip y de un anterior conductor de tanques del ejército llamado Mitch (Kirk Acevedo). En esta nueva búsqueda se toparán con otro campamento habitado por una decena de supervivientes. El nuevo líder mostrará su debilidad negándose a asaltarles y a robarles alimentos y armas. Tras largas horas de camino no tendrán mucha suerte y poco más que algunas ardillas será el botín que puedan llevarse a cuestas.
Sorprendentemente, a la vuelta se encontrarán con que el campamento encontrado ha sido arrasado y todos sus integrantes asesinados. Una vez más queda claro que los que aún quedan con vida en este nuevo y apocalíptico mundo son mucho más peligrosos y letales que los propios zombis. Quizás por miedo a este desconocido grupo de asaltantes o quizás por la debilidad de los hombres fuertes de la zona de caravanas, Philip clama por una escapada rápida del lugar con Megan, Tara, Lilly y otra superviviente afín a éstas. Ellas no estarán muy de acuerdo con la marcha pero el Gobernador no les dará grandes opciones.
Finalmente todo se tuerce, poco después de emprender el camino a bordos de un vehículo se encontrarán con un pantano con una ingente marea zombi. Philip bajará del coche y se quedará largo tiempo observando a los muertos vivientes que intentan salir de las arenas pantanosas sin éxito. Parece reflexionar una vez más, posiblemente recordando que miembros muy queridos de su familia terminaron convirtiéndose en uno de esos monstruos y si algo así ocurriera a alguna de las chicas de las que se siente protector podría no superarlo nunca.
Una vez de vuelta en el campamento, el Gobernador decidirá que es hora de seguir tomando decisiones, claro está, a su estilo. Lo primero que hará será visitar la caravana del ahora erigido como líder, Pete, al que matará sin darle opción a respuesta de un certero navajazo por la espalda y posterior estrangulamiento. El siguiente en recibir su visita será Mitch, al que Philip reconocerá haber asesinado al que era nuevo líder del grupo y hermano de éste. Entre sollozos y ante la insistencia y presión del Gobernador aceptará un acuerdo que le mantendrá con vida si se convierte en la mano derecha del villano del parche en el ojo. Sin duda alguna a Philip no le importa en absoluto la vida de este último, pero si le va a importar y mucho su habilidad con el tanque del que disponen, un arma mortífera que en lo que se ha convertido el mundo en el que viven puede convertirle en un semidiós.
Entramos así en la recta final del capítulo, pero aún con dos momentos de gran impacto. El primero de ellos acontece cuando en pleno momento romántico, con Lilly acariciando la cara del Gobernador en toda su plenitud sin parche y con su destrozado ojo visible, un caminante hace aparición en la zona de caravanas. La pequeña Megan que juega alegremente al coger con su hermana Tara y tras caminar por una zona de ropa tendida, se chocará de bruces con un muerto viviente que la perseguirá, cayendo los dos al suelo y agarrando este zombi el pie de ella. Tara aparecerá y tirará de la pierna de este monstruo pero lo único que conseguirá será arrancársela de cuajo. Cuando todo parecía perdido para la pequeña la figura de Philip aparecerá tras ella, disparando en la cabeza al zombi y dando por finalizada la situación de peligro.
Esto será un punto de inflexión para el Gobernador. Si tenía dudas de la seguridad de ese enclave, ahora las verá multiplicadas y decidirá salir de allí sólo y en coche en busca de algo que nos va a sorprender. Tras un breve periplo a bordos del vehículo, veremos a Philip frente a la prisión, pistola en mano y mirando desafiante desde la lejanía a Rick y Carl (Chandler Riggs). Pero lo que ni él mismo se espera es lo que verá tras mirar a su izquierda. Allí Michonne (Danai Gurira) y Hershel (Scott Wilson) se encuentran enterrando cadáveres. La última y espectacular secuencia de este episodio nos mostrará al Gobernador apuntando con su arma a Michonne, aquella mujer que acabó con su hija zombi y le clavó un cristal en su ojo.
CONCLUSIÓN
Un episodio de gran calibre que nos lleva irremediablemente con grandes ganas al último episodio de la primera parte de la cuarta temporada de The Walking Dead. Definitivamente el sexto episodio que mostraba a un Gobernador más calmado y bondadoso, sólo fue una carta usada para confundir y despistar al espectador y visto ahora en el tiempo, podemos asegurar que lo han conseguido con creces. Ahora el grupo de supervivientes encabezado por Rick se enfrenta a un nuevo Philip, más letal, más malvado y con un sentimiento protector y paternal que en vez de hacerle más humano le convierten en un villano mucho más peligroso. Lo que parecía inevitable acontecerá en el siguiente episodio, una nueva guerra en la prisión tal y como viéramos en el final de la tercera temporada, pero de ser ciertas las palabras del creador de la serie, Robert Kirkman, esta vez de una forma mucho más cercana a lo que fue este acontecimiento en el cómic.
Todo indica a que este nuevo asalto será mucho más sangriento y habrá como mínimo una muerte muy sonada. Sea como fuere, esta cuarta temporada parece que comienza a mostrar lo mejor de si misma en su punto más álgido y eso es de agradecer. Se recupera la forma del villano como el auténtico demonio que siempre fue y debe ser, con la actuación estelar de David Morrissey. No cabe duda de que la producción y los medios han sido multiplicados y que visualmente la serie se muestra más rompedora que nunca, pero lo que más nos preocupaba era el desarrollo de los personajes y la intensidad transmitida con los acontecimientos. Desde luego aquí problema resuelto. Intenso, visceral, impactante y dramático, un buen puñado de zombis y varios litros de sangre. No se podía pedir más para el preámbulo de lo que a buen seguro será un épico “medio” final.
VALORACIÓN FINAL: 9,5