Crítica de Only God Forgives (2013)
Aunque me guste Drive, como a todo el mundo, no soporto a Nicolas Winding Refn. No me gustan los directores que se creen, aunque puedan serlo, más listos y más cool que el resto de seres humanos que habitan el planeta Tierra.
La filmografía del danés está llena de patadas en el bajo vientre y de retos hacia los espectadores más preparados, por eso la película del conductor, la más “normal” de su carrera, nos gustó tanto. También ayudó una banda sonora que ya está agotada, pero su nueva película es una vuelta a sus orígenes radicales y artísticos. Sólo dios perdona está dedicada a Alejandro Jodorowsky, y el resultado se parece a lo que el director franco-chileno habría obtenido si hubiese dirigido Kickboxer, la mítica película protagonizada por Jean-Claude Van Damme.
Cine áspero, complicado y cargada de un humor negro extracinematográfico: o sea, una gran broma con la que Refn se quita de un plumazo el éxito masivo de su anterior película.
Aquí no hay ni un solo personaje por el que sentir nada, todos son basuras andantes que malviven en un mundo asqueroso cargado de violencia y que caminan en círculos dentro de su propia mierda.
Only god forgives es un anticlímax constante, una broma de mal gusto muy lenta sobre gente sin sentido del humor que camina, también, muy despacio. Había un halo de esperanza en el personaje de la matriarca, pero solo era un amago. Aquí lo que hay son un puñado de idioteces a cargo de un puñado de idiotas ficticios y de uno real: Nicolas Winding Refn.