Crítica de Mindscape
La casa de cera pudo parecer una mala película de terror con Paris Hilton, pero en aquel debut de Jaume Collet-Serra había muchas ganas de comerse el mundo y, sobre todo, mucho conocimiento del género. Con La Huérfana y Sin Identidad (Goool 2 no cuenta porque soy un ventajista), Serra ha logrado el éxito de taquilla y poder trabajar con Liam Neeson de nuevo en su próximo proyecto, Run All Night.
Jorge Dorado, uno de nuestros últimos cortometrajistas de oro, debuta a la americana con Mindscape, un thriller moderno y tramposo, con ecos de Inception, Minority Report y demás misterios trepidantes, más o menos elegante y notablemente correcto, pero también aburrido y plano.
No hay tiempo para las sorpresas en Mindscape, que responde al perfil de parte del cine español actual: factura técnica impecable, reparto internacional y una corrección tan extrema que termina por estropear el conjuto, con su ausencia de valentía y el miedo a arriesgarse a no contentar al gran público. Curiosamente, Eugenio Mira con su extraordinaria Grand Piano, hacía todo lo contrario, arriesgando y sin pasar su talento por el colador industrial. La taquilla no respondió a pesar de los aplausos festivaleros. Probablemente así se entienda un poco mejor la excesiva formalidad de la película que ahora nos ocupa.
Taissa Farmiga tiene el mundo por delante y Brian Cox siempre cumple, pero cuidado con Mark Strong, metido en tantas faenas, buenas, malas y regulares, que puede terminar cualquier día protagonizando telefilmes.
Como dije más arriba, probablemente la película guste al gran público, casi siempre muy conformista y poco acostumbrado a los recovecos más complejos de la mente y el misterio, y ojalá la jugada salga bien, que falta hace, pero espero que sirva para que Dorado arriesgue más de cara al futuro, que talento tiene de sobra para no aportar ninguna personalidad a un thriller major de encargo.
2 / 5