Crítica de Divergente
La escritora de origen norteamericano Veronica Roth fue la responsable de la creación de la novela Divergent. Summit Entertainment adquirió los derechos del libro y lanzó a fines de 2012 el casting para su posterior estreno a la gran pantalla. Una propuesta con un claro objetivo de arrasar en taquilla, segmentada hacia el público adolescente, juvenil, abarcando el target de entregas del estilo de Los juegos del hambre y Crepúsculo, que tanto rédito han dado en los números referentes a la asistencia al cine.
Quien toma el mando desde la dirección en Divergente es Neil Burger, realizador que anteriormente cosechó un apreciable producto con Sin límites, pero mayor reconocimiento obtuvo en el 2006 con su obra cumbre El ilusionista. El director estadounidense es un buen narrador de historias, y de hecho aquí se jacta de su afable pulso para adentrarnos en un mundo distópico. En ese arranque e incluso hasta un poco más de la mitad de la película, los acontecimientos gozan de una dinámica más que interesante. El modo en que Burger nos presenta a los personajes y lo que les va sucediendo es sumamente ágil y entretenido. Los problemas empiezan a aparecer cuando, inexorablemente, el ritmo decae. Pero ese declive va de la mano de el factor previsibilidad, lo que termina haciendo todo menos disfrutable para el espectador.
Shailene Woodley es Beatrice (Tris), una joven que debe elegir, tras someterse a una especie de prueba “vocacional”, por llamarla de alguna manera, qué camino seguir, dónde encuadrarse. Las categorías disponibles son las de Erudición, Verdad, Abnegación, Cordialidad y Osadía. Todo depende de las cualidades o los parámetros propios de cada sujeto. Pero Beatrice no es una más; su personalidad guarda una reserva muy peculiar, por lo que se la puede considerar como Divergente, algo que está mal visto para quienes apuntan las órdenes desde un sistema prácticamente totalitario.
Algunas dudas surgen al momento de evaluar la actuación de Woodley en el rol de la figura principal. Por tratarse de un carácter avasallante, volátil e impredecible el de su personaje, la joven actriz, si bien se empeña bastante en su actuación, da la sensación de no portar la firmeza requerida para encarnar a Tris. La acompaña el británico Theo James, un muchacho que exterioriza su liderazgo de forma dura, recia. Se agradece la participación de Kate Winslet, para elevar un poco más la calidad de la cinta en cuanto a renombre, en esta ocasión del lado malvado.
Hay mucha similitud entre Divergente y Los juegos del hambre. La percepción interior de impotencia e injusticia ante el dominio abusivo del poder, exacerbado y elevado a una cima en donde la crueldad toma partido en muchas secuencias, son componentes que conservan un vínculo estrecho con la saga dirigida por Gary Ross (en primera instancia) y Francis Lawrence (en segunda). Tampoco puede faltar el tinte romántico en este tipo de historias, quizás algo empalagoso.
En definitiva, un film que funciona especialmente hacia el público objetivo al que va dirigido, pero que acaba siendo más de lo mismo para todos aquellos que no comulguen demasiado con estos largometrajes juveniles. Previsible y de tramos pasables, pero sin sacar a relucir fuertes atributos para la gran pantalla.
2.5 / 5