Crítica de Star Wars: El despertar de la fuerza
Tras una larga espera, acentuada con grandes dosis de ansiedad que crecían después del lanzamiento de cada nuevo tráiler, finalmente se estrenó ‘Star Wars: El despertar de la Fuerza’, de la mano de J. J. Abrams, quien ya había dejado entrever su capacidad para este tipo de obras al dirigir las apreciables ‘Star Trek’ en 2009 y ‘Star Trek: En la oscuridad’ en 2013. Aquí, el realizador demuestra una vez más que no le tiembla el pulso al tener la enorme responsabilidad de contentar a ese universo tan amplio de seguidores de la saga. La expectativa, cuando es tan elevada, en ocasiones suele jugar una mala pasada; afortunadamente, con esta nueva entrega se puede afirmar que la Galaxia está en orden y que el nivel de ‘Star Wars: El despertar de la Fuerza’ está a la altura de la fe depositada de antemano en ella.
Los hechos nos sitúan 30 años después de la victoria de la Alianza Rebelde sobre la segunda Estrella de la Muerte. Se ha formado una nueva República pero una oscura organización, la Primera Orden, resurge de las cenizas del Imperio Galáctico. A la Resistencia se le suman nuevos personajes, como es el caso de Poe Dameron, un piloto de caza. Un ataque asolador pone en riesgo la existencia de nuestros héroes.
‘Star Wars: El despertar de la Fuerza’ comienza erizando la piel del espectador con esas imponentes letras que rezan lo acontecido en una galaxia muy, muy lejana. A partir de allí, y de introducirnos en la nueva trama, la película inicia con mucha dinámica y con una guerra que se desata mientras conocemos a Poe y al entrañable BB-8. El primero, interpretado por Oscar Isaac, resulta un personaje con buena energía, con carisma y que enlaza a pesar de que no es de los que más apariciones prestan a la narración. La construcción de Poe se debe a la capacidad actoral de Isaac: el guatemalteco se encuentra en alza en su carrera y redondea una performance sumamente positiva. El droide BB-8, símil R2-D2, es uno de los grandes aciertos de la cinta, gracias a la impronta y al encanto que genera de manera inmediata a partir de su apariencia, de sus movimientos y de sus acciones.
Siguiendo con las novedosas incorporaciones, Daisy Ridley encarna a Rey, una chatarrera que va cobrando mayor protagonismo a medida que avanza la historia, mientras que Finn (John Boyega) lleva a cabo el rol de un Stormtrooper que decide aliarse a la Resistencia. Por otra parte y del flanco oscuro de la narración, emergen las figuras de Kylo Ren (Adam Driver) y del General Hux (Domnhall Gleeson).
Uno de los puntos más destacables de la pieza cinematográfica dirigida por Abrams radica en el alto grado de entretenimiento que nos brinda. Incluso con un metraje algo más extenso de lo necesario, la proyección posee un ritmo tan bien presentado que conserva nuestro máximo interés en cada una de las escenas que se exhiben. Lo recientemente mencionado se fusiona a las maravillas con la recurrencia a la nostalgia a la que se apela en varios pasajes del film, como una especie de guiño a los trascendentes episodios IV, V y VI de La Guerra de las Galaxias.
‘Star Wars: El despertar de la Fuerza’ triunfa y no desaprovecha la oportunidad de asemejarse a las primeras películas, desplazando o tal vez corrigiendo a las no tan bien recibidas precuelas (episodios I, II y III). Se agradece la presencia de glorias como Han Solo y Chewbacca, da gusto verlos nuevamente en acción. La cinta de Abrams porta dos importantes revelaciones y un acontecimiento que impacta duro en el espectador. El fragmento final es sencillamente emocionante, dejando al público totalmente satisfecho pero con ganas de más de cara al próximo lanzamiento.
4.5 / 5