Crítica de Negocios con resaca (2015)
En la mejor tradición de la resucitada National Lampoon’s Vacation (AKA Las vacaciones de una chiflada familia americana), y con las coordenadas del GPS señalando a la fantástica dupla Horrible Bosses, la nueva película de Ken Scott vuelve a colocar al director junto a Vince Vaughn, protagonista del remake de la película Starbuck –¡Menudo fenómeno!-, ambas dirigidas por Scott.
Negocios con resaca es una comedia descerebrada y contenida al mismo tiempo, de ahí que su mezcla de corazón sentimental y desparrame europeo hace que tiemblen los cimientos sobre los que se sostiene, que no son otros que los de la comedia más clásica norteamericana en su vertiente más conservadora. A pesar de esas idas y venidas, en Negocios con resaca hay espacio para las carcajadas, los desnudos y una de las secuencias más divertidas de la temporada, desarrollada en los servicios de una discoteca alemana donde el protagonista del remake de Psicosis se encuentra como pez en el agua.
El guión de Steve Conrad, escritor con amplia experiencia en las oficinas de la ficción –The Promotion, La vida secreta de Walter Mitty– está lleno de lugares comunes que se intercalan con situaciones de alto contenido humorístico, siempre sin perder el norte de los valores familiares, el esfuerzo profesional y la merecida recompensa.
Puede que Negocios con resaca no suponga una nueva revolución en la comedia estadounidense, sólo se trata de una comedia que se deja ver sin molestar, con un reparto acertado y la siempre divertida presencia de un Nick Frost que nunca sabes por donde saldrá.
3 / 5