Crítica de Horns (2013)

Con el habitual retraso español -podría ser un chiste- llega a nuestra cartelera la adaptación de la novela de Joe Hill, Cuernos, a cargo del que fuera la cabeza visible de la revolución francesa del horror y la violencia que nos maravilló a todos durante la primera mitad de la década pasada: Alexandre Aja.

Los tiempos han cambiado, y aunque Aja siempre ha dado muestras de vida ni Reflejos ni Piraña 3D, ambos títulos remakes, lograron el éxito de taquilla necesario para transformar a Aja en un valor seguro de cara a la industria. Puede que por esa misma razón, el director del extraordinario remake de Las colinas tienen ojos lleve cinco años preparando Space Adventure Cobra sin que nadie se decida a dar luz verde al proyecto y el director no deje de lamentar la jugada maestra de Guardianes de la Galaxia, título que según el francés se aproxima mucho a lo que lleva media década intentando sacar adelante.

El caso es que Aja, con experiencia en remakes – Wes Craven, Joe Dante y Kim Seong ho – y adaptaciones –Horns y la próxima The 9th live of Louis Drax– tampoco ha tenido demasiada suerte con su último trabajo. Herido de muerte con una filtración letal, la película empezó a circular por los ordenadores del mundo antes de que explotase su carrera comercial. Cuernos es la historia de Ig, un chico chungo de malos barrios y de quien el pueblo entero sospecha que es el asesino de su novia, hasta que un buen día se levanta con cuernos en la cabeza y consigue que todo el mundo diga en voz alta sus deseos y secretos ocultos, arma que empleará para demostrar su inocencia e investigar al responsable.

Por un lado, Aja clava el tono de la peli: siempre en broma, siempre en serio.
Luego está Daniel Radcliffe, que hace lo que tiene que hacer para sacarse el sambenito que arrastra. Pero las canciones, los flashbacks y el tono de ensueño que luce se alejan un poco de la atmósfera del relato original. Cuernos era basura blanca pecadora que sacaba a la luz sus secretos más oscuros. Aquí la suciedad es asquerosa, pero por limpia. Podríamos decir que estamos ante su The Lovely bones, pero sin llegar -ni por asomo- al tono pastelero y sensiblón de la película de Peter Jackson.

Aja cumple y nos regala la broma del año durante el desenlace, pero empieza a estar necesitado de un nuevo acierto personal que se aleje de adaptaciones y remakes.

Puntuación Final:
3.5 / 5