Crítica de Carmina y Amén
Paco León vuelve a ponerse manos a la obra con su objeto cinematográfico más preciado, lo que es ya una saga de películas con su madre Carmina Barrios como absoluta protagonista.
Tras un éxito muy por encima de lo esperado con Carmina y Revienta en el año 2012, aquí León deja de lado el modesto presupuesto y los diversos canales de distribución de la primera entrega, para multiplicar los costes en varios dígitos y dedicar por entero sus esfuerzos en un estreno en salas de cine por todo lo alto.
Carmina y Amén no es más de lo mismo, Carmina y Amén es más y mejor, en una obra más madura, más satírica, más sórdida y con un humor más descarado e inteligente. Esta sátira de la vida y la muerte, nos presenta a Carmina ocultando la muerte de su marido ayudada por su hija María (María León), durante los días necesarios para poder cobrar una paga pendiente.
Esta premisa que se convierte en una pura comedia de humor negro, se desarrolla bajo escenarios íntimos, con planos interiores en su mayoría y donde Carmina Barrios se mueve como pez en el agua destilando carisma por los cuatro costados con su sola presencia. Impertérrita ante lo que le rodea y obcecada en su objetivo, nos deleita con una adorable interpretación llena de raza y de fuerza que será la auténtica delicia de aquellos que ya disfrutaron con ella en la primera parte.
En un guión donde no faltan las pinceladas de tensión y el componente sorpresa, Carmina y Amén es de esas películas que se pasa en un suspiro, de las que tienes que mirar tu reloj para asegurarte de que no acabas de ver un cortometraje. Todo esto no deja de ser un mérito mayor para Paco León, que con sólo dos películas a sus espaldas y limitando sus protagonistas principales a sus propios familiares, ha sacado auténtico petróleo en un género tan difícil y trillado en nuestro país como el cómico.
Honesta, sincera y complaciente con el público, Carmina y Amén da justa y llanamente lo que te propone directamente, humor, llaneza, y una agradable hora y media de cine. El drama de la vida, y las consecuencias inevitables que ésta tiene, enmascaradas con el valor de la sonrisa como leitmotiv de la pura felicidad.
4 / 5