Crítica de 15 años y un día

15 años y un día ha recibido 7 candidaturas Goya en la edición de 2014 y muchos se han preguntado qué esconde entre su extraño título un film tan bien valorado por la crítica y que ha gustado a casi todos sus espectadores.

La respuesta es breve, que no sencilla, se trata de Gracia Quejereta. La directora, también nominada por su trabajo, sabe exprimir todo el potencial de sus actores para que representen los papeles más creíbles de su trayectoria y conformen así una historia dramática que llegue al corazón del espectador.
De esta manera, Quejereta es toda una experta del arte dramático, género en el que se enmarcan todas sus películas y en las que, desde hace tres producciones atrás, consigue que los actores y, sobre todo, las actrices, sean reconocidas por su buen trabajo.

El film es una historia costumbrista sobre un adolescente problemático (Arón Piper) al que la madre (Maribel Verdú) decide enviar a la costa alicantina con el que es su abuelo (Tito Valverde), un ex militar retirado que un buen día abandonó a la familia y que su carácter huraño cada vez lo deja con menos amigos.
La relación entre el despertar juvenil del pequeño Jon y la testarudez inflexible del maduro Max es un tira y afloja que consigue el enriquecimiento de ambos personajes como todo film dramático parece predecir. Sin embargo, Quejereta hace uso de una aproximación al thriller con un asesinato de por medio, una caída en coma y amnesia temporal, para bordar uno de los mejores títulos españoles del año.
La película es agradable de ver. Es decir, no se trata de un drama incómodo ni lacrimógeno sino de reacciones reales a problemas cotidianos, con algún que otro recurso narrativo para forzar los conflictos. Y al mismo tiempo es entretenida. Tanto el ritmo como la tensión persiguen un mismo camino a idéntica velocidad que, sin llegar a dispararse al final, al menos sí mantienen al espectador cada vez más intrigado.

Asistimos, cómo no, al primer amor de Jon, en el típico verano extraño y cálido propio de una edad igual de enigmática. Pero curiosamente Max también despertará de nuevo su corazón a ese sentimiento, aunque de una forma algo más tosca. Las malas compañías son claramente el matiz de conflicto que conducirá la sangre hasta el río, con una posterior investigación policial más campechana que profesional. Por último, el coma, la amnesia y la reunión familiar hacen temer lo peor, si bien Quejereta ha demostrado con todos sus films hacer que los espectadores salgan de la sala, sino con una sonrisa, al menos sí con buen sabor de boca.

Las candidaturas de los Goya para 15 años y un día se completan con nominaciones a recursos visuales (fotografía, vestuario y maquillaje/peluquería) así como a recursos técnicos (montaje, sonido, música, producción y dirección artística).
Es un claro ejemplo de cómo, con un presupuesto algo apretado, se puede realizar una buena película en la que el talento bien dirigido de los actores y un guión (también nominado) sin fisuras ni locuras, están al mejor nivel dentro del séptimo arte más clásico.