Crítica de 45 Años
Los celos no tienen edad. Ese es el mensaje que podríamos extraer de 45 Años, drama inglés que constituye la primera película de Andrew Haigh, bregado hasta ahora en el mundo de los cortos y de la televisión, medio para el que dirigió diez episodios de la ya cancelada serie de HBO Looking.
Construido como una película pequeña y de personajes siguiendo la larga tradición del melodrama inglés, 45 Años nos sumerge en la intimidad de un matrimonio acomodado que tendrá que enfrentarse a un trauma del pasado, que retorna a sus vidas justo cuando van a celebrar sus 45 años casados. La película esta bien interpretada y rodada, incluso se aprecian algunos encuadres e ideas visuales originales por parte de Haigh, pero el gran inconveniente de 45 Años es que peca de frialdad. Salvo un par de momentos puntuales, no consigue emocionar ni implicar al espectador en la diatriba del personaje de Charlotte Rampling, que intenta sin éxito pasar por alto por unos celos que, no por retroactivos, dejan de producirle dolor.
Puede que la culpa de esa frialdad sea de la propia Rampling, actriz de enorme prestigio y siempre correcta, pero de rictus adusto y poco amable. O tal vez la frialdad de 45 Años sea totalmente premeditada por parte de Haigh, en un intento de dotar a la relación de la anciana pareja de verosimilitud. Aquello de menos es más. Pero en el caso de 45 Años menos es simplemente… menos. En cualquier caso hay que reconocer que Rampling borda su papel a pesar de su constante actitud de maestra enfadada. Y sobre todo, hay que elogiar a Tom Courtenay, que sabe dotar a su personaje de matices y lecturas de fondo cuya interpretación Haigh deja a cargo del espectador.
45 Años es un drama sobrio que huye de los subrayados, una interesante reflexión sobre las relaciones de pareja y los efectos que el paso del tiempo (y los fantasmas del pasado), pueden desencadenar en el momento menos esperado, cuando lo previsible sería dejarse ir por la senda del apacible aburrimiento y el amor transmutado, tras tantos años, en fraternal cariño. Una obra interesante de ver y sobre todo de pensar una vez hemos salido de la sala.
3 / 5